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 sábado, 22 de mayo de 2004

Mitos y verdades sobre la educación argentina
Cuando las "zonceras" son universitarias
El martes se cumplen 30 años del fallecimiento de Arturo Jauretche, el autor del "Manual de Zonceras argentinas" y "El medio pelo", entre otras obras

Matias Loja (*)

El próximo martes 25 de mayo se conmemora un nuevo aniversario de la gesta revolucionaria ocurrida en el Río de la Plata en 1810. Pero además, y tal vez como fina ironía del destino, en la fecha patria se cumplen también 30 años del fallecimiento de Arturo Jauretche, síntesis del intelectual comprometido con la causa nacional.

Don Arturo, como lo llamaban sus contemporáneos, fue autor de obras como "Los profetas del odio", "El medio pelo" y el "Manual de Zonceras Argentinas".

Y fue justamente a través de esta última que Jauretche derriba, con lúcida ironía, aquellas falacias, "introducidas desde nuestra más tierna infancia en forma de axiomas", que cubren todos los aspectos de la vida, pues sea en economía, en cultura o en historia las zonceras se reproducen por doquier.

Pero también el ámbito universitario esta contaminado de "zonceras", mitos disfrazados de verdades reveladas que se repiten incesantemente por los pasillos de las facultades. Es por ello, y en tren de rendir un humilde homenaje al notable ensayista, que se consignan brevemente a continuación algunas de estas "zonceras", con el convencimiento de que la lista puede fácilmente ampliarse:

* La docencia es un apostolado: es la zoncera madre de la docencia. La sagrada vocación docente es zoncera pues implica que el maestro debe enseñar por encima de toda condición laboral, por más magra que ésta sea.

* La maestra modelo: hija mayor de la anterior. Como si fuese una canción de cuna, los ideólogos de esta falacia cuentan que la maestra modelo es aquella que se sobrepone a todas las injusticias de su profesión y sigue adelante con el apostolado de la enseñanza. Zoncera que sirve fundamentalmente para disciplinar a aquellos díscolos e ingratos docentes que pretenden el privilegio de un digno salario.

* Sobran profesionales: el modelo socioeconómico que imperó durante los últimos lustros hablaba permanentemente de que en el país había recursos humanos de más. Así, sobraban arquitectos en un país con un déficit habitacional para 3 millones de familias de escasos recursos; sobraban odontólogos, pero basta ir a los barrios marginales para comprobar el pésimo estado dental de muchas personas, y sobraban ingenieros en un país en el que los mejores recursos técnicos emigraban al exterior en busca de un futuro más promisorio. Es decir, sobraban los productos de las universidades porque, justamente, había un amplio sector de la población que, para algunos, "sobraba".

* Para que no perjudiquen a los alumnos, los docentes tendrían que hacer paros a la japonesa: el medio pelo (que pulula en todas las capas y estratos sociales) cree ciegamente en la necesidad de importar recetas. No importa si tales fórmulas se ajustan o no a la realidad que él vive cotidianamente. Basta con que "la solución" lleve el sello Made in... para que ya cuente con su total adhesión. Y fue justamente el ex ministro de Educación Juan José Llach quien se despachó con semejante zoncera que, para colmo, fue reeditada por algunos sectores del estudiantado local, que aparentemente desconocen la inviabilidad de tal medida (el trabajar de más) como forma de protesta.

* No podemos invertir más en educación superior hasta que no crezcamos: zoncera típica del pasado reciente. Y doblemente perversa, pues si primero "hay que crecer" (en un modelo de desarrollo basado en el endeudamiento externo) resulta obvio que a la larga se postergue el aumento del "gasto educativo" pues, como "buenos alumnos", siempre había otras prioridades que atender... y así, cada año se reiteraba este círculo.

* Como a la universidad van los hijos de los ricos, hay que arancelarla: "No podemos seguir manteniendo la educación de los hijos de los burgueses" es la síntesis de este mito. Si bien es cierto que no son precisamente los hijos de los sectores populares quienes hoy pueblan las aulas universitarias, el arancel masivo no hace más que tomar al escenario universitario actual como natural, con lo cual en vez de preocuparse por cómo revertir esta realidad, se transforma en una mera herramienta más para recaudar dinero, y así tratar de sanear los alicaídos fondos con los que cuenta la educación superior.


Más zonceras
* A la universidad se va a estudiar, no a hacer política: los divulgadores de esta pavada (pues ni para zoncera da) seguramente creen en aquello de la universidad como isla, ajena a los vaivenes del país. Así, el futuro licenciado, ingeniero o doctor pasa sus años universitarios ajeno a lo que pasa a su alrededor, sin importarle los recortes o los paros "que lo perjudican en sus estudios". "Hay que formar técnicos, nada de esa bobada de la conciencia crítica". Total, es más fácil quejarnos en el futuro de la formación de los universitarios.

El doctor estudió en Harvard: durante años asistimos al triste espectáculo de ver cómo los egresados de nuestras universidades (en especial de Ciencias Económicas) emigraban al exterior a realizar sus posgrados a fin de convertirse en Chicago Boys, aptos así para ser funcionarios públicos argentinos, pero con las anteojeras prestadas por sus "maestros" del primer mundo.

* No se puede tener una universidad masiva de calidad: por eso hay que poner cupos: "Los cupos ayudan a sostener una educación de calidad", es la sentencia de los divulgadores de esta zoncera, preocupados por no poder sostener una universidad masiva. Es una zoncera pues, aunque es necesaria una planificación que aborde en forma seria el problema del ingreso universitario, paralelamente deben abrirse canales que contengan a los miles de jóvenes que pretenden cursar una carrera. Lo curioso es que quienes piden a gritos los cupos y la restricción en el ingreso son los primeros que se sorprenden por los bochazos masivos que casualmente hacen ingresar a pocos.

(*) Comunicador social

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