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 sábado, 22 de mayo de 2004

Pintadas de doble apellido sí, otras no

Quiero sumar mis felicitaciones publicadas en esta columna, el miércoles 19, por el doctor Juan Carlos Linares Casas, en relación al artículo publicado por el arquitecto José Bonacci, en el suplemento Turismo, del domingo 16 de mayo. Es la visión y la opinión autorizada de una persona que conoce el tema en profundidad. Lo que no comparto con el médico felicitador son sus opiniones sobre las conductas de algunos rosarinos. Ataca las consecuencias, las conductas hijas de la ignorancia. Es patético leer a algunos doctos de doble apellido, verbigracia, Linares Casas despreciando la incultura, sin ponerse colorado y opinando desde un sitio tan alto que ninguna responsabilidad social pueda siquiera impregnarlo. Al médico le preocupa ver la base del monumento al general San Martín -que está bien para Bonacci, que es su especialidad- con pintadas. No le preocupa al galeno dar ejemplos de enseñanzas morales que nos legó San Martín. El Padre de la Patria no descalificaría las conductas en un sentido negativo de los "incultos", los ayudaría a que se cultiven, los convidaría a abandonar la exclusión social. El doctor Juan Carlos Linares Casas debería comenzar por mirarse el ombligo. ¿Qué diría Hipócrates de la conducta moral de un médico que cita a un paciente al consultorio y lo deja pintado sin previo aviso ni posterior justificación? ¿Qué conducta moral es más reprochable, las pintadas hijas de la pobreza o la que proviene del abuso de poder que deviene de la relación médico-paciente?

José Cándido, DNI 7.890.098

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