| miércoles, 19 de mayo de 2004 | Duro con los ciclistas II Quiero contestar al señor Oscar Russo, cuya carta se publicó el domingo 16 del corriente mes. Aunque en parte estoy de acuerdo con sus expresiones, también creo que con ironía nada se resuelve. Los ciclistas, en general, son un problema para el tráfico porque, al no estar reglamentada en ningún aspecto la conducta que deben observar, hacen en las veredas, en las calles, en las avenidas y en las rutas simplemente lo que quieren. Aunque hace unos años que no vivo más en Rosario, viajo hacia allí regularmente y sigo viendo lo mismo de siempre: ciclistas en las peatonales o por ejemplo, cruzando en rojo por Corrientes "a la mayor velocidad posible" la intersección con Córdoba. En este último caso, que me parece el más gráfico, invito al señor Russo que observe durante una hora la forma de actuar de los ciclistas, durante la mañana o la tarde, en esa esquina -o en la zona de la costanera- y vea con sus propios ojos cómo se pone en riesgo la integridad de las personas que circulan a pie. Tampoco estoy de acuerdo en que los ciclistas son en su mayoría personas sin recursos, esa aseveración me parece un extremo. Una solución "del primer mundo" sería identificar a las bicicletas y a sus propietarios mediante una matrícula al "vehículo" y con un carnet de conductor de bicicletas al segundo, acto que sería obligatorio y gratuito. Para otorgar la licencia se debería hacer un curso, ya que al circular por las mismas sendas hechas y señalizadas para automotores es lógico que deban saber qué significan esas señales, de forma que en la calle ciclistas y automovilistas "hablen el mismo idioma". Una vez que el "parque de bicicletas" esté registrado, a la primera infracción de un ciclista se lo obliga a concurrir a una cierta cantidad de horas de clases de conducción y, posteriormente, si cae en una segunda infracción, habría que aplicarle una sanción económica.
Guillermo Acosta
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