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 sábado, 15 de mayo de 2004

La educación como salida a la pobreza y la exclusión social
Héctor Valdez: "Se habla de calidad educativa, pero aún no logramos la utopía de la cantidad"
El pedagogo cubano considera que hay que pensar en una "enseñanza centrada en el niño"

Marcela Isaías / La Capital

El acceso y la calidad han sido y son temas clave de la agenda educativa. Sin embargo, ambos aspectos siguen estando pendientes de cumplirse, en especial para los países de América latina. Por eso, al tiempo que define de baja calidad la educación de la región, el doctor en ciencias pedagógicas de la Universidad de La Habana (Cuba) Héctor Valdez afirma que "aún estamos lejos de alcanzar la utopía de la cantidad".

"Es que aunque se insista en hablar de la calidad, lo cierto es que en el mundo hay 830 millones de personas analfabetas y en América latina 43 millones de niños están fuera de la escuela. Es verdad que el 80 por ciento de estos niños está en el sistema escolar, pero hay que pelear por los que no están", dice categórico el educador, quien también se desempeña como consultor de la Unesco en materia de evaluación de la calidad educativa.

Valdez estuvo en Rosario invitado para por la Asociación de Educadores de Latinoamérica y el Caribe (Aelac) para disertar sobre el tema de su especialidad en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Según analiza cuando habla de cantidad y calidad educativas, "en los primeros 60 años del siglo XX la preocupación de los gobiernos era asegurar el acceso de la población a la escuela, en tanto que el tema de la calidad es más reciente, apenas empieza a ser parte de la agenda hace unos 40 años".

En este sentido, Héctor Valdez recuerda que la cuestión toma particular énfasis en los foros de educación mundiales realizados en Jomtien en 1990 y en Dakar en el 2000, donde se pide "una educación para todos". "Pero -agrega- la verdad es que como meta estamos distantes de alcanzarla, porque aunque muchas organizaciones internacionales digan que el aspecto del acceso está resuelto lo cierto es que esa utopía de la cantidad está pendiente".

Es entonces cuando el pedagogo cubano recuerda las cifras de 830 millones de personas que son analfabetas. "Quiere decir que un 20 por ciento de la población o que uno de cada cinco seres humanos es analfabeto", insiste. "Si además sabemos -añade- que en el concepto de calidad se subsume el de equidad, éste es más difícil de alcanzar hasta tanto no llegue a todos la educación".


Docente preceptor
Para ser más preciso con su afirmación recuerda que estudios recientes dan cuenta de una educación en América latina "venida a menos, de baja calidad". El educador cubano considera que "calidad y cantidad pueden ir juntas, pero con otros modelos educativos". En su opinión, "hay que pensar en un modelo de educación personalizado que no tenga el énfasis principal en la instrucción sino en la educación".

"Para eso -agrega- más que un docente que da clases de una determinada disciplina se necesita que cada niño tenga un docente que se erija como preceptor, y en ese sentido es indispensable que la cantidad de chicos que tenga a su cargo sea realmente adaptable".

Basta recordar cómo se trabaja en muchas de las aulas argentinas -donde la cantidad y diversidad de alumnos es menor-e- para pensar si esta idea que sostiene Valdez es posible de realizar. Y él tiene su respuesta: "Es posible si se cambia la voluntad política de los Estados y los gobiernos, y la educación es tomada como la única salida y solución a los modelos sociales -como los de exclusión y pobreza- que se van desarrollando como una lógica consecuencia por la falta de atención educativa".

En la Argentina, en los últimos años esta discusión viene centrándose en asegurar sobre todo el acceso y la permanencia de los estudiantes de la escuela media. Es que si bien la ley federal de educación extendió la obligatoriedad de los años de escolaridad y se sumaron más alumnos al sistema educativo, la deserción y el abandono siguen siendo motivos centrales de preocupación. Sucede que hay nada menos que unos 500 mil adolescentes de entre 12 y 17 años que aún no están en la escuela.

Para el doctor en pedagogía, es necesario pensar en la articulación de los niveles para superar los abandonos que se dan cuando la edad de los alumnos avanza. "Hay que entender que el chico es el mismo, es la misma persona que transita por distintos niveles de un sistema donde cada uno de sus tramos de formación requiere de una educación de alta calidad y en correspondencia con las exigencias de ese nivel y esas edades".

En este punto, Valdez recuerda que justamente los adolescentes requieren de un docente que tome la enseñanza de manera integral. Y para el caso destaca que en su nación en la actualidad se está apuntando a esta forma de trabajo: "Los grupos de alumnos son de 15 chicos, para que se pueda enseñar bien, porque si queremos hablar de educación debemos pensar que ese alumno no es un objeto sino un sujeto pasible de desarrollo".


Preocupación caribeña
La educación cubana se encuentra entre las mejores calificadas del mundo. Tanto por asegurar el acceso y permanencia de su alumnos como por la preocupación de que todos aprendan. Basta mirar las cifras de cualquier organismo internacional para corroborar esta afirmación.

Sin embargo, también tienen sus preocupaciones, que a juzgar por la respuesta del pedagogo que visitó Rosario no distan de muchas conocidas por las escuelas argentinas.

"En nuestro país tenemos nuevas y muy complejas preocupaciones. La principal -explica- es lograr una educación que realmente ponga en el centro al niño, al adolescente o al joven. Para eso -insistió- estamos requiriendo un ciclo básico a cargo de un docente de formación integral".

"Hemos logrado que en la etapa primaria trabaje con 20 alumnos y en el secundario con no más de 15. Eso hace que un conjunto de problemas que existían y se eternizaban en el tiempo se vayan corrigiendo. Me refiero -ejemplificó- a aquellos docentes que por tener muchos alumnos ni siquiera conocían sus nombres, con lo cual no se puede hablar de educación".

Pero además el especialista recordó que uno de los males de la escuela tradicional es ser "magistocéntrica, es decir que todo gira alrededor del profesor: si sus horarios coinciden con otros turnos de trabajo o no, si no se le superpone con una hora en especial y si ese día concentra o no varias disciplinas. Es cuando la escuela depende de él", explica.

Para Valdez es necesario corregir esta visión hacia una escuela centrada en el niño. "A partir de entonces la escuela mejora", afirma.

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"La escuela no puede organizarse en torno a las necesidades de los docentes".

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