| sábado, 15 de mayo de 2004 | The friends of Mr. Cairo Confieso que no fueron muchas mis pasadas por allí. Algunas a la salida de los recitales, cuando era un teenager, como se dice hoy. De adolescente concurría más. Otras veces más acá en el tiempo por algún partido de fútbol. Recuerdo aquel del San Pablo y Newell's Old Boys por la Libertadores, jugado en Brasil. Esa noche fui a verlo allí. Llamaba la atención el agrupado de mesas con un pasillo al medio para que pase el mozo y a un lado los hinchas de Central y del otro los de NOB. Cuando llegaron los penales, que fueron 12 para cada cuadro, los hinchas de Central festejaban los goles del San Pablo y los de NOB los propios. Y no hubo ningún problema. Eran festejos entre gente del lugar sin importar de qué lado se estaba. El tiempo, junto a las infaltables circunstancias, hicieron que el bar cerrara. Hasta hace poco me gustaba lo que escuchaba acerca de que iban a hacer un bar literario, dentro de todo orillaba en su metié. Pero parece que otros planes le aguardaban. Días pasados al leer "lacapital.com.ar" encuentro la noticia de que había sido incendiado en esa madrugada. ¿Será cierto que lo que pertenece al fuego debe volver al fuego? ¿Quizá alguna almita incendiaria trató de quitar de sí sus propias llamas transfiriéndolas a este sitio, ignorando que no se puede huir de los propios fuegos? Creo que nada concluye aquí. El Cairo sabe lo que las arenas dicen de Fénix y sus intenciones.
Roberto M. Rodríguez Perlo
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