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 domingo, 09 de mayo de 2004

Relacionadas con el mismo hombre y baleadas con nueve años de diferencia
El mecánico que mató a dos parejas
Miguel Ramírez ya estaba preso por asesinar a Carina García en barrio Las Flores el año pasado. Pero ahora una jueza concluyó que la muerte de otra ex novia, en 1994, no fue accidental. Y lo procesó por homicidio simple

María Laura Cicerchia / La Capital

Desde que hace diez meses cayó preso por el asesinato de su mujer, Miguel Adrián Ramírez no hizo más que sumar trabas a su encierro: ahora lo procesaron por el crimen de una novia a la que había herido de un disparo diez años atrás. Su versión de que ese balazo salió por accidente mientras forcejeaban con un arma lo mantuvo al margen de la cárcel durante una década. Pero cuando ya estaba detenido por el homicidio más reciente, una pericia demostró que aquel disparo no pudo ser involuntario porque necesitó de una fuerte presión para accionar el gatillo. Y terminó envuelto en otra muerte que ahora está a consideración de la Cámara Penal.

El crimen por el que acaban de procesar a Ramírez, un mecánico de 34 años, es de María del Carmen Medrano. La chica tenía 20 años y era su novia cuando recibió el disparo, el 4 de julio de 1994. La pareja se encontraba en la casa de Ramírez, quien en aquella época vivía en pasaje 521 al 6900. El mecánico sostuvo entonces que el disparo se produjo de un modo accidental cuando forcejeaban con un arma que él guardaba en la mesa de luz. El mismo llevó a su novia al hospital luego de herirla. Y una primera pericia balística dio crédito a su versión. Por eso la jueza Raquel Cosgaya lo dejó libre y giró la causa al juez Correccional Daniel Acosta bajo una imputación más leve, la de homicidio culposo, o sea no intencional.

Aquella investigación nunca se cerró y el tiempo pasó con Ramírez en libertad. En julio del año pasado el mecánico caía en prisión, una vez más, por la muerte de su pareja. Al poco tiempo de quedar detenido, una nueva pericia lo comprometía en el crimen anterior. La prueba que contradijo sus versión del accidente fue realizada por Gendarmería Nacional. Los peritos de esa fuerza dijeron que el balazo que mató a Medrano nunca pudo ser involuntario porque Ramírez necesitó de una fuerza de 2,35 kilos para accionar el mecanismo del disparo. Un tiro accidental, en cambio, habría requerido una fuerza menor a 1,5 kilos.

El resultado de esa pericia balística fue contundente y se convirtió en el principal fundamento con el que la jueza Cosgaya lo procesó por homicidio simple en una resolución reciente. La medida fue apelada ante la Cámara Penal, que deberá pronunciarse sobre el caso.

Mientras espera en prisión el dictamen de ese Tribunal en relación al crimen de Medrano, Ramírez sobrelleva en forma paralela el otro proceso: el que se le sigue desde el año pasado por la muerte de Jésica Yanina García en su casa de barrio Las Flores. Por esa muerte también está procesado. En noviembre de 2003 la Cámara Penal no sólo convalidó el procesamiento sino que endureció la acusación: agravó la figura penal porque el homicidio fue cometido con un arma de fuego.

Jésica García tenía 22 años y había vivido con Ramírez en la casa de él, de Heliotropo y España, en barrio Las Flores. Los días anteriores a su muerte ya no convivían porque, luego de una discusión, la muchacha había regresado a la casa de sus padres en el barrio San Martín Sur. Pero esa noche regresó a la casa de Ramírez a buscar algunas cosas. La hija de 4 años de la pareja estaba con ella.

Al día siguiente, el 9 de junio de 2003, la mujer apareció muerta con un perforación de bala entre las cejas. El cuerpo fue encontrado por los vecinos en un descampado de San Martín al 6900 y las sospechas recayeron de inmediato sobre su compañero. Es que cuando un hermano de la chica fue a preguntar por ella, preocupado por su desaparición, Ramírez le contestó que Jésica se había ido al hospital. Pero no pudo precisar a qué hora había salido la mujer.


"No me acuerdo"
Después, cuando lo interrogó la policía, quedó aún más comprometido. "En el relato que brindó los horarios no coinciden. Además a cada pregunta respondía «no me acuerdo»", dijo un investigador. El arma no apareció, pero la hija de la pareja contó que había presenciado el crimen de su mamá.

"Yo estaba durmiendo cuando escuché un disparo. Me levanté y encontré a mi mamá tirada en el piso. Después mi papá la arrastró hasta el patio. Y aunque mi mamá tenía frío, el no la dejaba entrar", le contó la nena a su abuela materna. La madre de Jésica es Nora Rachid, fundadora del centro comunitario Lola Mora. Rachid contó a La Capital que su hija era víctima frecuente de malos tratos. "Yo le decía que esto podía terminar mal", confió la mujer, que ahora cuida a su nieta.

La nena no fue la única que escuchó un disparo esa madrugada. Un vecino de Ramírez también lo oyó y además en su casa hallaron manchas de sangre y una toalla ensangrentada en remojo. El 24 de abril pasado, la policía encontró en casas de la madre de Ramírez dos revólveres calibre 22 y 32 que serán peritados para saber si fueron usados para matar a Jésica.

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Jésica García tenía 22 años cuando murió el 9 de junio del año pasado. En la foto, tomada hace tres años, tiene a su hija en brazos.

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