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 domingo, 09 de mayo de 2004

Reflexiones
El peronismo, bajo fuego cruzado

Mauricio Maronna / La Capital

El doble discurso, la necrofilia, la intolerancia, los gobernantes autoconvencidos de que la historia nace puntualmente con ellos y el absoluto desapego al sentido común siguen esmerilando a la política.

El país vuelve a estar pendiente de las estruendosas peleas del Partido Justicialista (PJ) como un hecho casi natural e inevitable. La desaparición de la oposición debe ser leída como el peor síntoma que ofrece la realidad y, a la vez, como la reactualización empírica del apotegma lanzado en su momento por Juan Perón: "No es que nosotros seamos buenos, es que los otros son peores".

Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde actúan (por ahora, y solamente por ahora) como vallas de contención de una multitud de dirigentes que se regodea por ver en escena el comienzo de la madre de todas las batallas.

En la mesa de arena de la Casa Rosada se regocijaron contemplando los resultados del movimiento de piezas que tuvo a Hermes Binner, Miguel Lifschitz, Luis Juez y Aníbal Ibarra como protagonistas estelares.

La foto multiplicó los llamados a Eduardo Duhalde, pidiéndole que la venganza sea terrible. Parece que el ex presidente acusó recibo. "Se puso en alerta por primera vez, y no es poca cosa. El Cabezón es el único que tiene tropa propia y sabe que los antecedentes de algunos funcionarios suyos están encarpetados en varios cajones de la Casa Rosada", confió a La Capital un ex gobernador, quien ratificó lo publicado hace siete días en esta columna.

Si la pulseada va más allá de las fotos con los transversales, al duhaldismo le podría sobrevenir una catarata de denuncias mediáticas contra algunos de sus coroneles. Si Binner acepta un conchabo del gobierno nacional, el socialismo santafesino se convertiría en una bomba incendiaria y pondría en severos aprietos al intendente Miguel Lifschitz, quien transita por el angosto desfiladero que le marca la feroz interna del PS.

Con Carlos Menem acorralado por los pedidos de extradición y Fernando de la Rúa recorriendo tribunales todas las semanas, muchos creen que el próximo objetivo será el pater familiae del peronismo pura sangre.

La imagen de los barones del conurbano, más José Manuel de la Sota, Jorge Obeid, Daniel Scioli, Eduardo Camaño (y siguen las caras) en el vagón con el que Eva Perón recorría el país de punta a punta (hoy exhibido en San Vicente) también desacomodó a la primera línea kirchnerista.

El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, montó en cólera y refirió al "espíritu de mausoleo" que dominó el ambiente de la quinta enclavada en la provincia de Buenos Aires. "En ese tren fantasma viajaban los eternos amigos de la transa. Ahí no estaba la transversalidad sino la transaeternidad", repiquetearon desde las mismísimas entrañas del presidente.

Duhalde volverá a apelar a un mix de liturgia y necrofilia el próximo 17 de octubre, cuando el féretro con los restos del general Perón sea trasladado a pulso hasta el mismo sitio geográfico. ¿Qué capítulo de la batalla se celebrará por entonces?

"Cuando Kirchner baje en las encuestas y sea abandonado por los periodistas que le hacen el nuevo Diario de Yrigoyen se va a dar cuenta de que el único que le podrá sacar las castañas del fuego es el peronismo y no esos idiotas útiles del socialismo rosarino. Juez solamente sirve para contar chistes cordobeses e Ibarra es la Adelina del jefe de Gabinete (Alberto Fernández)", bramó un diputado nacional.

A pocos meses de haber asumido Kirchner, Duhalde le comentó a Carlos Reutemann que su misión era ponerles "freno a los muchachos" que querían atacar al jefe del Estado por su indiferencia con quienes lo habían llevado a la Presidencia (el santacruceño llegó al ballottage por la fuerte incidencia electoral del aparato del conurbano). "Si vamos por el Lupín terminaremos como el radicalismo", dijo entonces el hombre de Lomas de Zamora. Ahora las cosas parecen estar cambiando: más allá de que se dispensen elogios y que posen en el futuro inmediato sonrientes y distendidos, algo se rompió entre el primer mandatario y su antecesor.

"El único que le puede hacer frente a Kirchner, quien gobierna con y para los medios, es Duhalde. Ahora es el Gallego De la Sota el que pesa menos que una tutuca", diagnosticó a este diario una calificadísima fuente que por estos meses prefiere hablar solamente en off.

"Ningún legislador peronista tiene buena relación con Kirchner, que es un maleducado (sic). Que les rece a la soja, a las encuestas de Artemio López y a varios medios, porque acá (por el Congreso) están haciendo fila para pegarle el día en que la economía se desmadre", analiza el informante, quien, sin embargo, cree que el presidente "no va a aflojar, les redoblará la apuesta y no se dejará atropellar".

Esta última descripción de la realidad coincide con lo dicho por uno de los participantes del encuentro transversal en Balcarce 50: "El presidente nos dijo que Duhalde está liquidado políticamente, que Obeid y De la Sota lo único que hacen es recitar a Perón y que tiene decidido que Cristina (por la primera dama) juegue en la provincia de Buenos Aires".

Mientras la trastienda de la interna ocupa a buena parte del oficialismo, ningún analista económico serio se anima a pronosticar qué será del país en el futuro inmediato. La crisis energética comienza a preocupar seriamente a quienes miran en perspectiva, y obliga al gobierno a tener que castigar severamente con aumentos en las tarifas a quienes más gastan. Otra excentricidad típicamente argentina.

¿Cuántos países se pueden dar el lujo de reprimir con semejante dureza a los usuarios de mayor consumo? ¿Qué país puede crecer a ritmo sostenido sin el motor del consumo? Lo que para el mundo desarrollado es surrealismo, en estas tierras es costumbrismo puro.

La politiquería también echó raíces en Santa Fe, inmersa en un debate cargado de vulgaridades sobre el régimen electoral y la reforma política.

El gobernador Obeid envió el proyecto de derogación a la Legislatura, pero ningún diputado peronista está convencido de votar el certificado de defunción de la norma, constituida en un engendro por la irresponsabilidad de los políticos locales, que hicieron todo lo posible para transformar cada acto electoral en un circo criollo. "Lo que sirve no se toca", le dijo Obeid a Duhalde durante un mediodía de primavera del 2002, en Olivos, ante la mirada del hierático Hermes Binner.

Días pasados Reutemann alertó a Obeid sobre el escaso margen de error que tiene el peronismo en una elección de convencionales constituyentes. "La Convención es muy linda, pero hay que ganar los comicios: hoy es de muy alto riesgo para el PJ", tradujo un informante, con datos frescos de la voluntad mayoritaria de los santafesinos, hoy tan lejos del oficialismo como Diego Maradona del sosiego.

"Acá se vislumbra la pelea de tipos que no representan a nadie y van a querer estar en las listas. Debería convocarse a constitucionalistas, a referentes de la sociedad. Yo no voy a ser candidato, que se vayan olvidando", se le escuchó decir al Lole en las últimas horas.

La oposición cumple todos los jueves el rito de pedir el tratamiento preferencial para la eliminación de la ley de lemas, pero curiosamente no asoma ningún proyecto que impida volver a las fantasmagóricas internas cerradas que se constituyeron en cosa habitual durante la década del 80.

El actual plexo normativo para elegir a gobernantes, legisladores y concejales está perforado por los abusos, pero nada justifica un retroceso de 20 años como pidió Binner.

Entre tanta denuncia y crispación, a la dirigencia debería filtrársele una idea que le permita a la sociedad liberarse de sus males proyectándose hacia el futuro.

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