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 domingo, 09 de mayo de 2004

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Las razones y las drogas del amor

Jorge Besso

En estos días por la prensa circulan informes sobre el amor. Investigaciones espontáneas e investigaciones organizadas tratan de explicar el amor desde el cerebro, y en algunos casos asociándolo a un fenómeno como el de las adicciones. En general los informes hablan de dos cosas: por una parte muestran al amor como uno de los temas de todos los tiempos y, con toda probabilidad de todos los espacios, lo cual es así ya que deben ser muy pocos los temas capaces de recorren el planeta en todas sus edades.

Por otra parte, no deja de ser extraño la persistencia de uno de los sueños constantes del hombre, quizás uno de sus sueños más planos, o más chatos, cuál es encontrar una fórmula orgánica que explique sus emociones, afectos o pasiones. La ciencia, al menos cierta ciencia o al menos cierta gente supuestamente científica (pero de las que hay bastantes ejemplares) sueñan con una ciencia que disuelva el alma, con encontrar sustancias que expliquen toda la subjetividad humana y que por lo tanto sean como un solvente del alma, disuelta para siempre en la lavandina científica, de forma tal que con dicha disolución quedaría resuelto el penúltimo de los enigmas.

En el avance implacable de cierta ciencia sólo quedaría por resolver el último de los misterios y el último de los límites: matar la muerte. Semejante triunfo poblaría el planeta de aparatos que requerirían un service cada tantos kilómetros, y en caso de ser necesario le sería sustituido el módulo averiado. Los informes sobre el amor que circulan por estos días, muestran que si hasta hace un tiempo teníamos al homo sapiens, ahora apareció sobre la faz de la tierra el nuovo homo. El homo hormona. El último modelo de la cadena evolutiva, el nuovo homo es una especie de ecuación hormonal, según nos dice la revista The Economist, para quién como no podía de otra manera, esto del amor les parece una cuestión de combinación de cantidades, proporciones y porcentajes.

Amamos de acuerdo a cómo se nos dé el stock de la testosterona, la dopamina, la norepinefrina y la serotonina ya que ese es el cuarteto hormonal que explica el repertorio de emociones y pasiones de los humanos. Un solo ejemplo: se afirma en el informe que los vínculos duraderos se asocian con niveles estables de serotonina. El supuesto descubrimiento es más que decepcionante, ya que los humanos que cumplen las bodas de oro matrimoniales no tendrían en realidad ningún mérito, sino que simplemente se trataría de dos organismos con niveles estables de serotonina.

Por la misma razón los inestables, descartadores o descartados no serían en el fondo responsables de nada, en tanto y en cuanto no pueden hacérselos responsables de la inestabilidad de su serotonina. De lo contrario se podría culpar a alguno de su aneurisma, o del desorden cromosómico causante de su debilidad mental. Pero todavía sorprende mucho más si cabe que en dichos informes una doctora Otero Lozada, hable de los diferentes cerebros: un cerebro masculino y un cerebro femenino que vendría a explicar que los masculinos se sienten atraídos por la belleza y la juventud, mientras que las femeninas por la educación y la posición.

Es decir que una joven y bella femenina e interesada, según la doctora, puede encontrar a un masculino de posición, siempre y cuando sean hormono compatibles. La inefable doctora dice que la histeria viene de útero, por lo tanto se trata de un padecimiento femenino ya que la mujer "cicla", dice la investigadora, y si cicla debe entenderse que es inestable. O sea histérica. Con lo que para la mujer la normalidad viene después de la menopausia, y antes de la menstruación, el resto del tiempo es histérica.

Nada importa en este sentido que Freud haya hablado ante la sociedad de médicos de la pacata Viena de histeria masculina, hace ya alrededor de 100 años y para escándalo de los vieneses, pero dando un paso más que importante contra la demonización de la mujer. La ciencia siempre avanza, aunque más no sea hacia atrás. En cuanto a que hay adicciones y por tanto adictos al amor, es algo sobre lo cual no existen dudas. Como tampoco existen dudas de que el humano tiende a ser adicto más de lo que se advierte, y en este sentido la adicción al amor es un ejemplo más que elocuente y la adicción a las drogas también, ya que a poco que nos fijemos los humanos viven, y por lo que parece, tanto en Oriente como en Occidente, rodeados de todo tipo drogas.

En algunos casos combinadas, como en el caso del alcohol + lo que sea, una de las tantas redundancias humanas que en la ocasión suma estimulante + estimulante. En términos generales hay dos clases de drogas: las destinadas a remediar el organismo y las destinadas a remediar la existencia, en cualquier de los casos hay riesgos de quedar atrapados, con consecuencias diferentes, más allá de que además se puedan combinar ambas drogas.

Estos son tiempos en que la vida se torna cada vez más confortable, para algunos, y cada vez menos habitable para muchos, con lo cual la droga pasa a ser el único vínculo sólido con esa vida para poder habitarla y para poder habitarse. El amor a la droga y la droga del amor hacen pareja con la adicción, ya que habría que preguntarse, teniendo en cuenta las innumerables formas de adicción, si acaso la mayor de las adicciones no es a la adicción misma, sea la droga, el amor o lo que sea.

Las drogas no sólo inundan al organismo, también inundan al ser. Ni somos solamente sustancias que bailan como quieren y deciden nuestra vida, ni tampoco metiendo sustancias y sustancias en nuestro organismo lograremos una vida sustanciosa. En la adicción se confunde la adicción con la adición. La droga suma restando. Cuando en realidad el difícil truco en esta vida consiste en aprender a sumar y aprender a restar. Lo que haya que sumar y lo que haya que restar.

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