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 domingo, 09 de mayo de 2004

Educación: El susto de la división

Marcela Isaías / La Capital

Si se les preguntara a los chicos que cursan la vieja escuela primaria -ahora de EGB- cuál es el tema que más dolores de cabeza les provoca seguramente entre los primeros lugares figurarían las cuentas de dividir. En la misma línea de opiniones antipáticas coincidirían también los padres.

Sucede que, muy a pesar de las revisiones y logros que se han dado en el campo de la enseñanza de la matemática, algunas prácticas siguen tan firmes que no parecen inmutarse ante los cambios. Basta con mirar algunos cuadernos y carpetas plagados de "cuentas" de dividir que pretenden un solo objetivo: fijar mediante la repetición un mecanismo operatorio.

Pero como el dicho "Cada maestrito con su librito" sigue muy vigente, la solución no parece estar sino -entre otros lugares de discusión- en pensar en un cambio en la formación de los maestros. Al menos así lo sugiere María del Carmen Bartoloni, una maestra de años de docencia que ahora coordina las Olimpíadas Matemáticas Ñandú, cuando dice: "Es preciso revisar cómo se trabaja este tema en los profesorados donde se forman los docentes".

Esa es una mirada. La otra está en lo que sucede en las aulas.

¿Por qué es difícil dividir? Responde Nadia, una adolescente que ya cursa el octavo año de la EGB y sabe bien de qué se trata una división: "Es que para dividir, dividir, primero tenés que manejar bien las tablas, también conocer las propiedades de la división y después aplicar todo junto". El "todo junto" de Nadia es nada menos que hacer las cuentas bien.

"Desde mi experiencia docente pero también de abuela pienso que es importante que el chico entienda bien el proceso de la división, aunque eso implique que la resta -esa cuenta que aparece en las divisiones- se mantenga más allá de lo deseado por los maestros", comenta María del Carmen al respecto. La resta no es otra que esa cuentita, para los adultos invisible, que los chicos realizan explícitamente en los primeros intentos por dividir. Al parecer tampoco hay acuerdos sobre cuándo abandonarla.

La experiencia de la maestra insiste en decir que "cada niño hace su propio recorrido". También advierte sobre los "apuros docentes" para que los alumnos dejen rápidamente esas restas. Sucede, dice la educadora, que "lo importante es que el chico entienda lo que está haciendo, su proceso, reconozca por qué está dividiendo y qué implica eso a nivel de operatoria". Por eso destaca que los maestros deben comprender que la división (presentada en el cuaderno de clases) "es una abstracción" y como tal tiene sus tiempos en cada niño. Además, que la mirada pedagógica deberá centrarse en que el chico razone, interprete lo que resuelve.

Dividir ciertamente es difícil. Más lo es cuando los papás, en el afán de colaborar con los deberes de sus hijos, "ayudan con viejos métodos", que a veces poco tienen que ver con lo que se enseña ahora en la escuela.

María del Carmen tiene su opinión al respecto: "Así como se insiste en que los chicos lean un poquito en su casa y en la escuela, también es importante trabajar con las operatorias. Es preciso -explica- que realicen divisiones seguidos por sus maestros".

Según comenta la maestra especializada en matemática, "la preocupación mayor en este campo está en la interpretación de los problemas". Lo señala en referencia a los alumnos. Pero, a la hora de mirar a la escuela, dice que la misma deberá centrarse en una enseñanza de estas cuentas -llámense de dividir o multiplicar- basada en el razonamiento.

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