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 miércoles, 05 de mayo de 2004

Doce años por una mortal emboscada en la zona sur
Fue una balacera que terminó con un muerto y un herido grave tras una aparente pelea de barrabravas, en el 2000

María Laura Cicerchia / La Capital

La calle regada de vainas servidas, un auto abollado contra una columna y dos hombres desvanecidos sobre el asfalto manchado de sangre. Esa escena que parece extraída de una película de acción tuvo lugar en Rosario, frente al conocido tanque en desuso de avenida Grandoli, en marzo de 2000. Fue el desenlace de una emboscada que le tendió una banda al Fiat 128 gris en el que viajaban dos hombres de la zona. La balacera hirió de muerte al conductor y dejó con heridas graves a su acompañante. Con el trasfondo nunca esclarecido de una pelea entre barrabravas de Rosario Central, cuatro años después, Javier Oscar Mudo Reynoso fue condenado a 12 años de prisión por ese crimen y un par de asaltos.

El demencial ataque ocurrió a plena luz del día en esa avenida de la zona sureste, pero entonces ningún vecino reconoció haber visto algo. El Fiat 128 en que conducía Gabriel Lorio, de 20 años, acompañado por su cuñado Guillermo Mosquito Lares, de 29, fue baleado con armas de guerra a las 15.40 de ese día. De los dos proyectiles que atravesaron la luneta trasera, uno hirió en la cabeza al conductor. El vehículo quedó fuera de control y se estrelló contra una columna de alumbrado en el cantero central. Como resultado del choque, Lares sufrió numerosas lesiones y traumatismos.

Tras el impacto, los dos hombres salieron del vehículo pero no pudieron llegar lejos: la bala en la cabeza hizo caer desplomado junto a su asiento a Lorio, y no le permitió a su cuñado alejarse más de medio metro del auto. A su alrededor, el lugar había quedado sembrado de vainas servidas calibre 32 largo y 9 milímetros. Se encontraron proyectiles incluso a cien metros de allí. A una cuadra de donde el auto detuvo su marcha, el viejo tanque de aceite de 200 litros de una gomería lucía una perforación de bala 9 milímetros.

Al llegar la policía, Lorio sólo alcanzó a murmurar su nombre. Murió al día siguiente en el Heca. A su cuñado le llevó mucho tiempo reponerse de las heridas. Cuando estuvo en condiciones de comentar lo ocurrido, dijo que se agachó al escuchar el primer disparo y por eso no atinó a fijarse quién tiraba. Sí aclaró que ni él ni su cuñado portaban armas.

Quien sí pudo dar detalles sobre el ataque fue su concubina y hermana del joven fallecido, Gloria Noemí Lorio. La mujer dijo que salió a la calle apenas escuchó los estampidos y vio pasar a una banda de hombres que se jactaban de haber dado muerte a los ocupantes del vehículo. "Los matamos a los dos", dijo que le oyó decir al Mudo Reynoso cuando pasó frente a su casa acompañado empuñando un arma de estilo policial. La mujer dijo que el Mudo iba acompañado, entre otros, por Horacio David Flores. Luego reconoció a los dos hombres en una rueda de reconocimiento.

A Reynoso, de 24 años y sindicado como autor material del homicidio, lo atraparon por azar en una casa de Alem 4028 donde se escondía junto con su novia. Por poco se escapa: tenía los pasajes comprados para salir el día siguiente a Victoria. Allí le secuestraron el cargador de una 9 milímetros. Y en otra casa de Necochea al 3800 hallaron una pistola de ese calibre y otra 32 largo vendidas por él al dueño de casa.

La pareja que dio alojamiento a Reynoso terminó acusada de encubrimiento. Mónica Graciela Báez fue condenada seis meses de prisión en suspenso. A su marido no lo sentenciaron porque está prófugo. Desde el principio, el caso fue encuadrado por la policía como un "ajuste de cuentas entre barrabravas de Central. Aunque eso no fue aclarado, se sabe que existió un llamado anónimo que intentaba implicar en el crimen a los barras Paquito Ferreyra y Alberto Taborda, quien fue asesinado poco después. El mismo Reynoso reconoció al ser detenido que la banda de Ferreyra estaba enfrentada con él.

Y aunque dijo haber pasado circunstancialmente por el lugar de la balacera y haberse defendido con disparos al aire, el juez de Sentencia Julio Kesuani lo condenó a 12 años como autor del crimen. A Horacio Flores, de 35 años, lo consideraron partícipe secundario del crimen y le impusieron tres años de cárcel .

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Gabriel Lorio murió en el 128 en Grandoli al 3900.

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