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 domingo, 02 de mayo de 2004

[Presentación] Letras para después del exilio
Pablo Urabnyi, un argentino en tierras de otros
El escritor argentino que hoy reside en Canadá visitó Rosario para presentar su nueva novela, "Una epopeya de nuestros tiempos"

Orlando Verna / La Capital

No menciona a Pugliese y sí a Borges, y mientras todos babean con Savater, Pablo Urbanyi lo acusa de olvidarse una parte de la historia mientras cita a Stendhal para separar política y literatura. El escritor, nacido en Hungría, argentino de crianza y que hoy vive en Ottawa, Canadá, estuvo en Rosario para presentar su nueva novela "Una epopeya de nuestros tiempos" (Editorial Catálogos). En un momento de descanso, entre otras reuniones en la Embajada de Canadá y la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires, Urbanyi analizó sus hábitos de escritura, la profesionalización de los escritores, la política de izquierdas y derechas, y la supuesta recuperación económica del país. Ameno, simpático y exacto en sus palabras, el ex periodista habló de su exilio en 1977 y la relación con su trabajo, al tiempo que confesó que escribe y tira mucho más de lo desearía.

El trabajo de Urbanyi pendula entre cuentos y novelas aunque dice que no puede escoger un género o el otro, al tiempo que duda sobre su propia creatividad: "Yo trabajaba en el diario La Opinión y de vez en cuando le hacía entrevistas a Jorge Luis Borges. No porque fuera amigo del viejo sino porque era mi trabajo y siempre me quedaba charlando. Un día se enteró que yo era escritor y me dijo: «Escriba sólo lo que lo llama, nunca, nunca se profesionalice porque nunca será creador». Yo seguí el consejo. No sé si me convertí en un creador, eso lo juzgará el lector o Dios".

Las críticas y comentarios sobre su obra hablan de textos irónicos, satíricos, venenosos y con mucho humor negro, aunque Urbanyi no se hace cargo de los adjetivos, asegura que no tiene "ninguna intencionalidad" de escribir con esas características y describe: "Esas cosas me salen solas". Quizás se sienta incómodo entre su estética y su posicionamiento político, aquel que lo llevó al exilio, que lo autodefine como un "hombre de izquierda" y que lo pone en el compromiso de hacer manifiesta su posición: "Pienso que en mi obra aparece una impronta política, aunque no directamente. Citando a Stendhal, *hablar de política en una novela es como disparar un tiro en un concierto*. Sin embrago él es un gran escritor político y lo tiene oculto. Yo tengo una actitud política, yo siempre fui hacia la izquierda, jamás milité, no por cobardía, sino porque no creía en esa cosa ingenua de la izquierda".

Su fascinación por el mundo de la política se abre camino rápidamente hacia su profesión y opina, con dureza, sobre el ambiente literario: "Hoy en día son menos los escritores que se rebelan, empujan o crean conflictos y más los que buscan estar siempre alrededor de la corona". Con ventilador incluido, le tocó el turno al escritor español Fernando Savater que también estuvo en Rosario la semana anterior: "Por ejemlo, leía las declaraciones de Savater; palpó nuestra espalda de argentinos y dijo: «Oh muchachos! Los veo mucho mejor que antes, qué bien van las cosas». Y se olvida de decir que gran parte del padecimiento argentino es por culpa del saqueo de España antes y que sigue ocurriendo hoy". Su locuacidad se vuelve sombría cuando espeta casi con agresividad: "Pareciera que (a Savater) no le importa la gente que pasa hambre; a mí sí me importa, pero creo que eso no se soluciona desgraciadamente a través de una novela".

Urbanyi hace memoria y dice que el exilio modificó su obra, no sólo porque paralizó todo el trabajo anterior a su forzado viaje a Canadá, sino porque además estuvo tres años sin poder escribir. Pero la distancia le otorgó una mirada diferente sobre el país que lo vio crecer. "Vivir en Canadá, desgraciadamente, me hace ver a la Argentina mejor. Parece que se ha creado una especie de optimismo pero no podría decir en qué medida hay una realidad detrás", expresó, si bien instantáneamente reclamó: "Cuidado, porque hubo una época de aparente gran prosperidad con la dolarización y después se vino todo abajo. Los grandes contratos y los grandes saqueos continúan, y eso es lo que hay que empezar a definir. Pero no nos engañemos, yo vivo en Canadá, el 80 por ciento del país está en manos de Estados Unidos y no vivimos mal. No se trata de que no vengan más empresas, pero hay que poner normas claras".

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Criticó a Savater porque cree que hay que recordar toda la historia.

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