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 domingo, 02 de mayo de 2004

[Reportaje]
Víctor Heredia: "Escribir una novela era una asignatura pendiente"
"Alguien aqui conmigo" relata la historia de un desaparecido durante la dictadura

Marcelo Menichetti / La Capital

La historia no es, ni más ni menos, que la memoria de una colectividad en la que se archivan los hechos trascendentes que afianzan su cultura. Quizá por esa razón no resulte fácil hablar de los sucesos recientes que la alimentan; esos que se perciben con sólo mirar hacia atrás. Sin embargo Víctor Heredia lo consigue y, para mayor sorpresa, no lo hace a través de una canción sino con "Alguien aquí conmigo", la novela que el cantautor de Paso del Rey presentó en la sala Domingo F. Sarmiento de La Feria del Libro, en Buenos Aires.

Con el libro de Editorial Norma, el autor de "Sobreviviendo" estrena un nuevo perfil de su personalidad artística y narra la historia de un joven secuestrado por el autodenominado "proceso" militar que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983.

El paso del tiempo suele cicatrizar algunas heridas, sin embargo las que abrió este período funesto de la historia argentina parecen destinadas a sangrar eternamente. Sin embargo Heredia consiguió dominar ese dolor cercano, aún lacerante, y narrar, soslayando el rencor.

El novel autor no es un advenedizo en el mundo de la literatura. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires y dejó trunca esa carrera para seguir la que le proponía la música. Hoy comienza a andar el sendero de la literatura con su novela debut. Heredia dialogó con Señales y destacó que, al contrario de lo que podría suponerse en un personaje famoso, no le resultó fácil publicar: "Lo pensé y lo discutí mucho -dijo-. Tampoco participé en concursos. Me decía: "Si llego a ganar van a decir que lo gané porque soy quien soy y no por mérito". Fue un calvario hasta que finalmente lo pude hacer", admitió.

-Los primeros capítulos de su novela están escritos en un lenguaje muy poético. ¿No interfirió su oficio como escritor de canciones a la hora de trabajar con la prosa?

-Llevo las dos cosas al mismo tiempo. Que se conozca públicamente mi trabajo como cantante y autor no indica que no haga otra cosa. Escribir en prosa es una costumbre que tengo desde hace muchos años y lo hago para cumplir una asignatura pendiente por lo que significó para mí abandonar la facultad de Filosofía y Letras para darle espacio a la carrera como cantautor. Esta no es la primera novela que escribo, es la quinta... Creo que hubo un trabajo previo (risas).

-¿Cuánto hay de su historia en Miguel Artori, el protagonista de su obra?

-Le presté algunos pasajes de mi vida a Miguel porque es inevitable que cuando uno escribe refiera a la propia vivencia. Algunas otras cosas me las fue dictando el propio personaje. Pero diría que hay un veinte o treinta por ciento, después es un libro muy ficcional.

-¿Su estrecho contacto con los sucesos reales le permitieron construir una ficción creíble?.

-Creo que de la misma manera en la que estuvimos todos. En verdad el horror que se puede llegar a percibir en un relato verdadero de toda esta tragedia es muy fuerte, muy profundo...

-¿Quiere decir que si describía el verdadero horror podría parecer exagerado?

-¡Vos sabés que sí...! Sé cosas terribles, sobre todo que le hicieron a algunas mujeres. Con leer algunos párrafos del "Nunca más", libro en el que se contó con mucho pudor el diez por ciento de lo que hacían estos hijos de puta, basta para comprobarlo. Traté de no referirlo porque creo que la conducta del libro va más por el cuestionamiento social, que por la bronca personal.

-En la novela coexisten dos contextos históricos: el presente del protagonista y el de sus evocaciones. ¿Cómo hizo para equilibrar el horror del presente con situaciones hasta humorísticas del pasado?

-En algún momento me sentí abrumado tratando de indagar en el cerebro diseminado de un chico con un estado de confusión muy grave, muy serio. Y es lo que manifiestan quienes pasaron por estas circunstancias, necesitaban escaparse y lo hacían a través de los recuerdos de su vida. Hay una especie de edificio arquitectónico dentro de la novela que me permitió encontrar ese equilibrio que señalás y que me da mucho orgullo, porque llega un momento en que hasta el lector debe necesitar salir. Por momentos me sentía Miguel (el protagonista de la novela) y en otros era esa otra voz admonitoria, que es la segunda con la que está tratado técnicamente el libro.

-Hay paralelos que se detectan en la historia de su novela con la historia real. Por ejemplo sitúa acciones en Las Catonas que es un pueblo en riesgo de desaparición. ¿Es una intención suya?

-No es casual.

-También habla de una inundación y se crea una atmósfera que sugiere que es el país que se hunde.

-Y era algo así, porque cuando sucede esa inundación el protagonista se enloquece y se sube al tejado de la casa. Confieso que eso es mío. Tengo una canción que se llama "Techo de tejas rojas" donde cuento que mi viejo, cuando se enojaba, me dejaba sin morfi y yo me subía al techo. Entonces mi abuela me alcanzaba con una caña el sándwich. Lo de la inundación tiene dos partes posibles: una fue la verdadera que yo viví en Paso del Rey. La otra es la acepción que vos le das y que me parece extraordinaria, porque obviamente está la mierda que bulle de las rejillas...

-¿Reflotará las cuatro novelas que tiene guardadas o escribirá una nueva?

-Es gracioso porque voy de adelante hacia atrás: ahora empecé a trabajar nuevamente con el corrector, un tipo increíble, a quien llamo Sandokan, el señor de la cimitarra.

-¿Corta mucho?.

-¡Ah, mamita...! Esta novela tenía doscientas cuarenta y pico de páginas y la dejó en ciento setenta y seis. Cuando vi la primera devolución me agarró un frío que dije: "Pero tan mal está...?"". "No -me dijo- está extraordinaria, lo que pasa es que hay mucha maleza...". Ahora estamos encarando la corrección de una que se llama "El Mula", que es la historia de una familia marginal de una villa de Buenos Aires.

-¿En ese marco de mezcla de ficción y de realidad cómo ve el momento actual de la Argentina?

-Te lo puedo decir en porcentajes: estamos en un ochenta por ciento en la realidad y en un 20 por ciento de ficción. Pero yo no creo que la ficción provenga del gobierno, sino que está en manos de algunos medios de comunicación que pretenden seguir viendo un país que por suerte empieza a desaparecer para darle paso a otro nuevo. Habrá obviamente, como siempre, lesionados, heridos, porque en los dichos y en la emoción de algunos logros de algunos integrantes del gobierno se olvidan de algunas cosas. Pero entiendo que inocentemente. La ficción sería creer que esto no es posible y si no es posible será por nuestra falta de compromiso y de acompañamiento. Algo que nos ha pasado siempre a los argentinos.

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Heredia está preparando su segunda novela.

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