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 viernes, 30 de abril de 2004

Soportó los insultos pero se retiró feliz

"No me van a recibir muy bien", había anticipado Gallego. Sabía que por su pasado millonario los hinchas de Boca lo iban a hostigar. Pero el Tolo hizo caso omiso a toda la reprobación que le propinó la gente ni bien pisó el césped. Una ola de silbidos sirvió para darle la bienvenida al DT leproso, que prefirió hacer oídos sordos.

Claro, la venganza la quería tener dentro de la cancha, con una victoria que le iba a amargar el día a los boquenses. Por eso vivió con mucha intensidad el juego parado delante los carteles publicitarios ubicados en el banco. Levantaba la mano para señalar la posición de alguno de sus jugadores, le gritaba al árbitro y volvía loco a uno de los asistentes. Y se daba vuelta masticando la bronca cuando un ataque terminaba inconcluso.

Mientras todo esto ocurría, cada tanto aparecía algún insulto o un "ponelo a Enzo" como había dicho alguna vez cuando Bianchi se inclinó por incluir a Palermo cuando venía de una lesión (en cuartos de final de la Libertadores 2000).

Pero el Tolo hacía caso omiso a lo que sucedía y pateaba el piso. Como cuando Vásquez se comió un gol increíble en el arranque del complemento. Y otra vez se tomó la cabeza, zapateó y se fastidió cuando otra vez el colombiano dejaba pasar una enorme chance de marcar el segundo tanto en el mano a mano con Caballero.

Al final el Tolo se fue feliz. Por haber conseguido un punto en la Boca y por haber ayudado a su compadre Astrada.

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El Tolo jugó un partido aparte en la Bombonera.

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