| viernes, 30 de abril de 2004 | Editorial El drama del agua La información fue publicada anteayer por La Capital y demuestra el grado de subdesarrollo que padece la provincia, en el marco de un país que dista de diferenciarse: aproximadamente 600 mil santafesinos beben agua de pozo sobre cuya calidad no existe ninguna clase de controles. A pesar de que se descarta la presencia de contaminación microbiológica, los peligros son reales y exceden largamente la esfera de la hipótesis. A modo de ejemplo de los potenciales riesgos que se corren, basta recordar el reciente caso de la cercana ciudad bonaerense de Rojas, donde a fines de marzo pasado se registró un serio brote de diarrea como consecuencia de la contaminación del agua -que en este caso, además, era de red-.
Días pasados, un artículo de Guillermo Laura publicado en el diario La Nación encendía una poderosa luz de alerta en torno del drama que sufre la Argentina en relación con el vital elemento: cinco millones de habitantes sin agua segura y otros catorce millones que carecen de cloacas en zonas urbanas dan indicios contundentes de una realidad que sitúa al país en el corazón del Tercer Mundo. El especialista agregaba datos que contribuyen a fortalecer la alarma y, simultáneamente, interrogarse acerca de las razones por las cuales el país se hundió en pozo tan profundo: a principios del siglo veinte, la ciudad de Buenos Aires -favorecida por decisiones tomadas durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento a partir de la epidemia de fiebre amarilla que diezmó a la población- tenía una cantidad de cloacas en relación con sus habitantes que superaba los niveles de la refinada París. Hoy día, en materia de agua potable la Argentina se encuentra insólitamente por debajo de países como Cuba, Chile, Colombia, Costa Rica, México y Uruguay. ¿Cuáles han sido los criterios de inversión en la República, que han pospuesto tan crucial cuestión infraestructural? Las respuestas a tal interrogante no ameritan ser enumeradas sin aferrarse la cabeza con las manos.
En Santa Fe, por otra parte, a la carencia de acueductos se suman los múltiples inconvenientes que genera la presencia en los acuíferos subterráneos de minerales nocivos a largo plazo tales como el arsénico, flúor o distintos nitratos. Y lo paradójico es que, así como en el conurbano bonaerense existen tres millones de personas sin agua de red y cinco millones sin cloacas a la orilla de uno de los ríos más importantes del planeta, en nuestra provincia bastaría con la construcción de tres acueductos desde el Paraná para resolver todos los problemas. Inexplicables obstáculos han impedido hasta el presente la concreción de esta obra. Es hora de cambiar de rumbo. enviar nota por e-mail | | |