El rey Juan Carlos destacó del literato chileno sus intensas indagaciones

El poeta Gonzalo Rojas recibió el Cervantes

"Vivimos colgados del lenguaje, el que respiramos y vivimos a cada instante", sostuvo el escritor

Gabriela Calotti

El poeta chileno Gonzalo Rojas, recibió ayer el premio Cervantes 2003 de manos del rey Juan CarlosI de España, en una solemne ceremonia celebrada en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, ciudad natal de Miguel de Cervantes Saavedra.

"La patria grande de Cervantes es la lengua que nos une a todos y nos da oxígeno", afirmó Rojas, de 86 años, en el discurso que pronunció minutos después de que el soberano español le entregara el collar con la medalla que simboliza el premio, máxima distinción de las letras hispanas que se otorga desde 1976.

"Ya Cervantes lo dijo todo en esta lengua de nacer y seguir naciendo, desde la meseta hermosa hasta los últimos parajes insulares, de los trópicos a la Antártida", explicó Rojas, que en los últimos 55 años ha desarrollado una intensa actividad docente y pedagógica.

Valiéndose magistralmente de las palabras, pero sin perder el contacto con la realidad del mundo y de su Chile natal, Rojas fue relatando su búsqueda, su adolescencia, su contacto con los mineros del cobre y su "primer exilio" en Iquique.

"Vivimos colgados del lenguaje, el que respiramos y vivimos a cada instante, lo mismo en la península que en las cumbres andinas, o en la vastedad oceánica o en las grandes ciudades de los trópicos a los hielos", afirmó Gonzalo Rojas, nacido el 20 de diciembre de 1917 en Lebu o Leufu ("torrente hondo" en mapuche).


El recuerdo del 11 M
Antes de recorrer los grandes nombres de la literatura latinoamericana, entre los que mencionó a Francisco Huidobro, César Vallejo y Jorge Luis Borges, y de abordar la obra cumbre de Cervantes, "El Quijote", Rojas dedicó sus primeras palabras a través de una sutil metáfora a las víctimas de los atentados del 11 de marzo, pues Alcalá de Henares fue la ciudad de donde partieron los cuatro trenes de la muerte.

"Porque uno dice aire y dice tiempo con respiro temerario y hasta dice eternidad (...) y el prodigio sigue creciendo más allá de toda circunstancia por adversa que sea, más allá por ejemplo de la inmolación y el martirio en esos rápidos que el otro día partieron extrañamente de Alcalá", dijo Rojas, leyendo su discurso de "diez páginas con letra grande", como había anticipado.

"Soy hijo de un minero del carbón", sostuvo Rojas, antes de proclamarse como un "allendero", en clara referencia al difunto ex presidente chileno Salvador Allende, derrocado por el golpe militar de 1973.

La ceremonia, que tuvo lugar pasado el mediodía en España y que cerró el coro de la universidad anfitriona que interpretó el himno universitario en latín, duró poco más de una hora, y se desarrolló en presencia de la reina Doña Sofía y de la ministra española de Cultura, Carmen Calvo.

La entrega de este premio, que en palabras del rey Juan Carlos constituye una "fiesta de la literatura", coincide con el Día del Libro y el aniversario del fallecimiento del autor de las aventuras del ingenioso hidalgo manchego.

"Gonzalo Rojas encarna el prototipo del poeta buscador, alguien que está siempre indagando el sentido de las cosas", subrayó el soberano, para quien "la poesía de Rojas no admite prisas, requiere un paso tranquilo y sereno", en alusión al hecho de que la obra de Rojas no ha sido prolífica pero si destacada, lo que evidencia la distinción otorgada.

Rojas tiene en su haber más de una veintena de obras, marcadas por el amor, el erotismo y la enfrentamiento entre la vida y al muerte, que comenzó en 1948 con "La miseria del hombre", a la que siguieron "Contra la muerte" (1964), "Oscuro" (1977), "Transtierro" (1978), "Río Turbio" (1996) y "Réquiem de la mariposa" (2001).

Premio nacional de literatura de Chile y del Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1992, Rojas es catedrático en la Universidad de Concepción. Fue consejero cultural en China y encargado de negocios en Cuba, donde lo sorprendió el golpe militar.

El exilio lo llevó entonces a la República Democrática Alemana (RDA), y a Venezuela. Recién en 1980 regresó a Chile y se instaló en Chillán, 400 kilómetros al sur de Santiago. (AFP)

Gonzalo Rojas, con la medalla en el pecho.