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 miércoles, 21 de abril de 2004

Televisión/Crítica
"El deseo": El amor y el misterio sirven de motor para una historia intensa

Pedro Squillaci / La Capital

Una artista de varieté camina por una calle oscura y de fondo se oye "Light my Fire" ("Enciende mi fuego"), de The Doors. Le clava la mirada una ciruja y ella sigue, misteriosa. La artista es Natalia Oreiro (Carmen) y la ciruja es Celeste Cid. En una escena de tres segundos hay un guiño a la novela que llega y otro a la que fue. Belatti y Segade son los mismos autores de "Resistiré" y no es un dato menor. "El Deseo" mostró en su primer capítulo más tics de "Resistiré" que aquélla tira en sus inicios. Hay misterio, erotismo, diálogos inteligentes y una estética cuidada. Pero sobre todo, tiene buenas actuaciones y puertas con destino incierto. Y esas incógnitas son las que hacen atrapante a la telenovela.

El Deseo es un pueblo pequeño, ubicado cerca de Arrecifes, con aguas termales explotadas por una pareja poderosa dueña de un spa. Aunque en el primer capítulo no se reveló por dónde pasa el nudo de la problemática, en esas aguas está el misterio que la tira tendrá como motor.

El amor -por ausencia, búsqueda, encuentro carnal o flash a primera vista- es un protagonista que aflora como común denominador en distintos vínculos.

La tira no hace hincapié, al menos por ahora, en el rol de Oreiro, aunque es obvio que será la estrella a seguir. La trama es coral, por lo que son varias las historias que van tomando intensidad en un lugar que parece responder a la máxima de "pueblo chico, infierno grande".

Hay un bohemio (Flauta, el personaje de Luis Luque) que está dispuesto a exhibir un filme en el cine del pueblo aunque haya una sola espectadora. Como premio, tendrán un romance de película.

En la vereda de enfrente, Daniel Fanego y Soledad Silveyra interpretan a la pareja dueña de un spa, capaz de mandar a cerrar una ruta para hacerla arreglar y con un poder aparentemente ilimitado.

Las historias se entrecruzan. Antonia, la hija de la dueña del spa, se vincula con Flauta, quien tiene una relación misteriosa con su madre y también con su abuela (la siempre efectiva Susana Campos).

Y por allí aparecerá Carmen. Una acróbata que hace pruebas difíciles en las alturas pero en busca de un cable a tierra, que quizá lo encuentre en El Deseo. Allí vive su familia, y llegará a ese pueblo para encontrar a su pasado.

Los tres galanes de la tira se irán vinculando con ella. Un periodista (Kuzniecka), un eterno enamorado (Navarro) y un millonario desquiciado (Quinteros).

La telenovela rescata el cuidado de la imagen, con buenos planos cortos y un tratamiento estético que por momentos se asemeja a un largometraje. El uso del blanco y negro en algunas escenas da el indicio que hay una intención de trabajar con las imágenes respetando el nivel dramático de la tira, pero por sobre todo apostando a la creatividad. Y eso es un plus que no abunda en la televisión.

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Natalia Oreiro es Carmen.

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