| miércoles, 21 de abril de 2004 | ¿Por qué Axel Blumberg? Una gran manifestación, fundamentalmente integrada por hombres y mujeres de nuestra clase media, ha vuelto a salir a las calles de la República asustada por el reguero de delitos de todo tipo que acosa la seguridad de la población. En medio de esas angustias y preocupaciones lícitas, ha surgido una cantidad de exigencias que requieren de los responsables de los gobiernos un plan de elevación de las penas de los que delinquen y bajar la edad de imputabilidad de los mismos. O sea que la desesperación o la creencia de que con más castigo se sale de la coyuntura en que nos encontramos, facilita el accionar de quienes son los responsables de esta continuidad del terror y la impunidad. Quiénes, sino los mismos que siguen detentando el poder y manipulan gobiernos a la medida de sus intereses, son los únicos responsables del grado de disociación social y perversión de los valores de la comunidad. Los que se han beneficiado con la miseria, los que mantienen los privilegios económicos, los que siguen llevándose la riqueza de la Nación y controlan los resortes que movilizan todo el aparato del Estado (justicia, legislación y administración) con algunas tonalidades de acuerdo a los tiempos seudodemocráticos que se viven, y que negando la existencia de la lucha de clases la ejercitan con crudeza, violencia y si de ellos dependiera hasta el exterminio. Cuando se retiró la dictadura militar genocida, desde el seno del pueblo se pidió que se desmontara y destruyera "piedra sobre piedra" y de inmediato todo ese andamiaje de leyes e instituciones con prácticas represivas. Incluso se exigía la constitución de comisiones bicamerales con participación de organismos populares para la investigación de ese pasado infame. Pero en su lugar se optó por una comisión no estatal que nació con poderes muy limitados (la Conadep). Allí se perdió la oportunidad histórica de desarticular mafias y bandas que luego con la impunidad reinante extendieron y afirmaron sus tentáculos consolidándose a la fecha, con capacidad de hasta entronizarse en los distintos aparatos del Estado y pilotear gobiernos. El pueblo sabe cómo resolver esta crisis; nadie más que él, con sus organizaciones genuinas surgidas de sus luchas, puede hacer efectivo aquello del 19 y 20 de diciembre, "que se vayan todos y no quede uno solo". Porque sólo el pueblo salvará al pueblo y sabrá poner en caja a las malditas policías, con las secuencias de gatillos fáciles y sus redes insertas en el poder del estado corrupto.
Amílcar Monti
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