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 sábado, 17 de abril de 2004

Una guerra que no afectará al narcotráfico

Las redadas de la policía brasileña contra los jefes del comercio de drogas en la mayor favela de Río de Janeiro, iniciada esta semana, no limpiaría la zona de bandas, drogas o futuros conflictos, dijeron expertos en delincuencia.

La jerarquía del tráfico de drogas en Río, un importante punto de tránsito de la cocaína colombiana, peruana y boliviana hacia Europa, y un gran mercado en sí mismo, va más allá de los jefes asentados en las favelas que trepan por las colinas o "morros" de Río y son fácilmente reemplazados por otros.

Por otra parte, la ausencia de control estatal en la mayoría de las 600 favelas -que es reemplazado por la ley dictada por las bandas- no puede resolverse con operaciones policiales de corte militar y requiere programas sociales de largo plazo, según los expertos.

La policía que ocupa Rocinha, uno de los centros de distribución de drogas de Río, dijo ayer que un bandido conocido como "Zarur" ya había tomado el lugar de "Lulú" en la banda, que tiene unos 100 hombres armados.

Más del 20 por ciento de la cocaína y la mayor parte de la marihuana cultivada en el país que llega a Río se vende localmente, lo que hace florecer su comercio.

En los barrios pobres de Río, los grupos bien organizados que normalmente pertenecen a tres facciones criminales -Comando Bermelho, Comando Tercero y Amigos de los Amigos- son dirigidos por jefes locales, o "donos", quienes pueden tener varias favelas bajo su control.

Aparte de distribuir drogas dentro y fuera de las favelas, estos grupos proveen ayuda económica y un orden social propio a la comunidad. Los habitantes deben obedecer el código de silencio y no impedir que funcione el comercio de drogas, con medidas tales como mantener rutas de escape para los pistoleros.

Los jefes, que pueden vivir fuera de las favelas, tienen normalmente un "gerente general" en cada barrio pobre para que lo controle.

Estos tienen gerentes para la venta de drogas y para sus hasta 500 "soldados". Luego están los tenientes jefes de los puntos de distribución, o "bocas de fumo". Clientes de barrios vecinos visitan las favelas para comprar drogas, pero las "bocas" también envían narcóticos a los clientes de la ciudad. (Reuters)

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