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 domingo, 04 de abril de 2004

Cada vez son más los rosarinos que se divorcian y menos los que se casan
El año pasado hubo 524 más separaciones que en el 2000. Cuatro parejas por día inician el trámite legal

Carina Bazzoni-Laura Vilche / La Capital

Ultimamente los rosarinos prefieren dormir solos. O al menos esto es lo primero que se puede pensar cuando se comparan las estadísticas de los Tribunales Colegiados de Familia y del Registro Civil. El año pasado se iniciaron 524 divorcios más que en el 2000, mientras que en ese mismo lapso los matrimonios fueron en descenso. Y en los últimos tres meses las cosas no parecen pintar distinto: cuatro parejas por día comenzaron sus trámites de separación. Un fenómeno en alza.

Los protagonistas de la mayoría de estas rupturas son personas jóvenes sin hijos, o con apenas uno, y una posición económica de media para arriba, casi todos con muy buen nivel de instrucción y también profesionales.

Esto es lo que indica la experiencia del juez de Familia Raúl Tierra, que acredita en su haber 30 años de abogado, 20 de titular del Tribunal Nº3 y también 30 años de marido de la misma mujer.

"En los últimos años las que emprenden el divorcio son las parejas jóvenes, aquellas que se casaron a partir de los 90. Son los que evalúan que juntos se está peor al momento de compartir, por ejemplo, un único sueldo", asegura.

El magistrado hace hincapié en lo que significó esa década. "Eran momentos en que en la Argentina todo parecía posible, también la gran familia. Después todas las ilusiones comenzaron a caerse: la de ser un país del Primer Mundo, la de viajar barato al exterior e incluso la gran fantasía de la unión conyugal. Esos jóvenes se ven ahora con 30 y pico de años y se preguntan: ¿Qué hago yo casado? Y optan por su desarrollo profesional personal, algo así como autoprotegerse o salvarse solo".

El dato contrasta con lo que pasó a partir del 87, cuando se sancionó la ley de divorcio vincular. Por esa época eran justamente las parejas mayores quienes llevaban la delantera, después de mucho tiempo de estar separados de hecho.

En Tribunales no se guardan estadísticas de la cantidad de sentencias de divorcios que se firmaron durante el debut de la ley. Pero la jefa de la mesa de entrada única de los Colegiados de Familia, Graciela Galiano, recuerda bien esos días. "Fue un aluvión, estaban todos enloquecidos", comenta mientras hojea los libros destartalados de la época en la que se asentaban los inicios del trámite. Y hasta puede repetir lo que costaba la boleta por la que las separaciones se convertían en divorcios vinculares: 500 australes.


De moda
Ese furor no se mantuvo en el tiempo, contrariamente a lo que algunos habían presagiado, pero los números muestran que el divorcio tampoco pasó de moda. En el año 2000, los tres juzgados de Familia de los Tribunales locales abrieron 1.581 expedientes, al año siguiente fueron 1.778, y dos años más tarde ya se superaban los 2.000.

Por estos mismos años, los matrimonios contraídos siguieron un camino inverso. En el 2000 por las oficinas del Registro Civil de Rosario pasaron 4.248 parejas, 184 más que el año siguiente y 390 más que en el 2003, cuando se formalizaron 3.858 uniones.

Estos números sólo ilustran una parte del fenómeno ya que, obviamente, no dan cuenta de aquellas parejas que se separan y no inician el divorcio, ni de las que conviven sin casarse.

"La gente hoy en día no se casa como antes porque formalizar con todas las pompas es caro, y además aparecieron otros modelos de unión conyugal y de familia distintos a los que se instalaron hasta la década del 70", indicó Tierra.

Aunque parezca curioso, la responsable local del Registro Civil, Mercedes Borsani, advierte que "los grandes picos de matrimonios se dieron en los años siguientes a la aprobación de la ley de divorcio, cuando comenzaron a legalizarse quienes llevaban quizás años unidos de hecho".

Concretamente, en el 88 se casaron 4.565 parejas, en el 89 4.893 y en el 90 4.712. Mil más que las que se celebran actualmente y un "pico que nunca volvió a repetirse", dice Borsani.


Y... si ella quiere...
"¿Van a ratificar la voluntad de divorciarse?", es la pregunta de rigor que dispara el juez en la audiencia con las parejas que deciden separarse. Y generalmente las mujeres son las más decididas. "Son las que le ponen fin a la convivencia, cuando la mujer dice basta es basta", apunta el juez, y recuerda una anécdota: "Una vez hasta me encontré con un hombre que sólo atinó a mirar a su ex esposa y responder: Y... si ella quiere...".

Esto, claro está, sólo sucede en los divorcios iniciados por mutuo acuerdo, ya que en los contenciosos la cosa no es tan simple. Es que la diferencia entre estos dos tipos de juicios radica principalmente en cómo llegue la pareja a los Tribunales: sin un sí ni un no, o directamente a las piñas.

Pero desde el 2000 los juicios por separación conjunta superan a los contenciosos. Recién en estos últimos tres meses fueron cabeza a cabeza: los divorcios conflictivos sumaron 183 y los de mutuo acuerdo 196.

"Los jueces tratamos de que las parejas resuelvan su separación con el menor nivel de conflicto posible y a veces hasta se logra que un juicio contencioso termine en mutuo acuerdo", dice Tierra, quien resalta que esa posibilidad de entendimiento tiene un límite: el dinero. "Cuando hay en juego cuestiones económicas muy importantes no es fácil conciliar a las partes", dice el juez.

En esos casos desfilarán ante el juez las más disímiles causas y acusaciones. Desde infidelidades hasta injurias y violencia, todo se escucha en el juzgado. Y frente a esos descargos, Tierra tiene sentada posición. "Si bien la ley habla de causales de divorcio, nadie sabe bien por qué se separa, esto es como querer saber por qué uno existe. Más que causas estas son las consecuencias del desgaste de una pareja".

A pesar de las disputas que puedan generarse por un divorcio, Tierra sostiene que no hay que considerar a las rupturas como algo siempre inconveniente. "A veces -remarca- es una apuesta a la salud mental y también a la familia. Después de todo, ¿qué matrimonio no pensó alguna vez en que se le había agotado el proyecto? O mejor dicho, ¿quién no pensó alguna vez en separarse?".

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