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 domingo, 14 de marzo de 2004

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Manauta: Pasión por el arte de escribir
A los 84 años, el escritor y guionista sigue trabajando "para no perder el ritmo"

Jorge Boccanera

Vendedor de libros, profesor universitario, libretista de cine, actor, autor de la recordada novela "Las tierras blancas" y con 84 años navegados, el entrerriano Juan José Manauta con 84 años navegados dice que sigue trabajando "todas las mañanas para no perder el ritmo".

La literatura de Manauta, nacido en Gualeguay en 1919, se inició con un poemario: "La mujer de silencio" (1944), al que le siguieron varias novelas y libros de cuentos.

Marcada por una impronta realista, testimonio de peripecias sociales del hombre de las grandes urbes y del interior, su prosa se caracteriza por un cuidadoso tratamiento del lenguaje en un friso de voces populares donde despunta la crítica política.

"Tuve una primera etapa donde la impronta social es notoria, luego abordé el aspecto psicológico de mis personajes que nunca dejaron de ser, claro, los excluidos del sistema", apunta.

Junto a su máquina de escribir y una copa de vino blanco, Manauta evoca su infancia: "Nací en una escuela. Mi madre era la directora de un colegio suburbano y el gobierno provincial alquilaba la casa donde funcionaba y nos daba vivienda. El centenar de chicos que asistían eran mis amigos. Ahí conocí a Odiseo y los personajes reflejados en 'Las tierras blancas'".

La pasión por la literatura le llega a temprana edad, a partir de la amistad con sus vecinos poetas: Carlos Mastronardi, Mauro Villanueva y Juan L. Ortiz.

Sobre Juanele señala: "Era amigo de mi padre; solía comprarle ejemplares de sus libros de poemas, esos que vendía en bicicleta por el pueblo. El contacto con él y la cercanía de la biblioteca, a cargo de Mastronardi, fueron fundamentales para mi formación".

Luego de recibirse de maestro, Manauta viajó en 1938 a la ciudad de La Plata para estudiar Letras: "Yo fui a estudiar gracias a Juanele; él convenció a mis padres diciéndoles que ésa era la mejor universidad. Y el poeta estaba en lo cierto, ya que allí daban clases escritores como Pedro Henriquez Ureña, Amado Alonso, Arturo Capdevila y Ricardo Levene, entre otros".

Durante los cuatro años de permaneció en la ciudad de las diagonales, Manauta estableció contacto con León Benarós, Vicente Barbieri, Alberto Ponce de León y Carlos Ringuelet, todos ellos testigos y críticos de sus primeros escritos.

"Esos años me dieron un ordenamiento de la literatura y me posibilitaron conocer a gente interesante que influyó en mi obra, como el entonces secretario de la Facultad de Humanidades, Juan José Arévalo, años más tarde presidente de Guatemala", cuenta.

Manauta se instaló en 1942 en Buenos Aires y dos años después publica "La mujer de silencio". Mientras vende libros en la editorial Signos, comparte veladas con Mastronardi, Jorge Calvetti, Enrique Wernike, Raúl González Tuñón y José Portogalo.

De aquel aprendizaje entre amigos, surge la idea de su primera novela, "Los aventados": "Caminaba mucho por Buenos Aires y veía las penurias de la gente. Siempre observé con curiosidad la vida de aquellas familias dentro de conventillos oscuros".


PRINCIPIO Y FIN
El periodista y escritor Bernardo Verbitsky fue el primero en llamar la atención sobre aquella novela: "Me criticó duramente y con una justeza asombrosa. Tuve la suerte de confesarle a don Bernardo, antes de que muriera, lo bien que había hecho en criticarme. Verbitsky escribía con una precisión inigualable".

En 1956 se editó "Las tierras blancas", historia centrada en el árido paisaje entrerriano que debido a la esterilidad de la tierra arroja a sus habitantes al éxodo.

A partir de la voces interiores de dos personajes: "La Madre" y el niño "Odiseo", Manauta narra la explotación, el hambre y el trato inhumano que los poderosos inflingen sobre los lugareños, tanto para conseguir su voto como para la explotación laboral.

Reeditada varias veces esa obra significó para el escritor una confirmación de su universo narrativo: "Es un punto de partida y de llegada. Tanto el aprendizaje de años anteriores como el ritmo del oficio adquirido en los siguientes, tienen como eje esa obra". La novela fue llevada al cine por Hugo del Carril.

Reconocida por colegas de la talla de Julio Cortázar, Pedro Orgambide y Humberto Costantini, la literatura de Manauta forma parte ya de la historia medular de la narrativa argentina.

"De la literatura argentina de mi época -sostiene- soy admirador de la novela «La Ribera» de Enrique Wernike, los relatos de 'Setenta veces siete de Dalmiro Sáenz y «Rosaura a las diez» de Marco Denevi. De esos años me gusta la obra poética y el trabajo de traducción de Norberto Silvetti Paz.

Entre los narradores actuales prefiere a Abelardo Castillo: "Sobre todo por el manejo de forma y lenguaje de sus relatos, grandes libros suyos son «Cuentos crueles» y «Las otras puertas».

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