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 domingo, 14 de marzo de 2004

Educación
Valores y aprendizajes en la escuela

Marcela Isaías / La Capital

Teo tiene 5 años y Valentina 4. Uno y otra comenzaron esta semana un nuevo año de jardín, para cada uno implican distintas exigencias. Milena hizo lo propio en tercero y María Victoria en el primero de la EGB, el más desafiante según los especialistas para los chicos y maestros. Para cada uno sus padres tienen distintas expectativas: qué aprendan, que se formen en valores y que en la escuela no se aburran.

Laura Di Lorenzo es la mamá de Teo y Milena. "A mi nena no le gusta la escuela, por eso espero que no esté mal, que pueda disfrutarla, que lo que le enseñan tenga sentido", dice Laura en una primera reflexión de lo que aspira para su hija. Su mayor preocupación es que los preparen para "pensar y ser responsables". Para esta mamá es fundamental que su hija "esté bien" en las horas que transcurren en la clase. "No estoy disconforme con sus docentes pero preferiría que ella estuviera siempre contenta de estar en el aula".

A diferencia de Milena, Teo (su hermanito) "la pasa bárbaro", según las palabras de su mamá. "Está muy integrado. Lo más importante en esta etapa es la socialización, aprender a compartir, y también los contenidos que reciben".

Igual que Teo, Valentina empezó la semana pasada su jardín de 4 y su hemanita, Agustina el 4º año de la EGB. Marcela Yuvone es la mamá de las nenas. Cuando se le pregunta qué espera de la escuela para sus hijas asegura que "le enseñen lo básico para que puedan desarrollarse en las distintas actividades que emprendan".

Según Marcela, esto implica para ella una educación basada en la autonomía: "Que lo que aprendan les sirva para valerse más tarde por sí mismas". En este sentido, Marcela atribuye a la escuela un papel de "guía en las etapas que le toca vivir en su paso por las aulas". "Quiero -dice la mamá- que cuando elijan una carrera lo que aprenden ahora les sirva para ejercerla".

Las pretensiones de los padres no se limitan a que la escuela forme a sus hijos en contendios básicos, o los prepare para un futuro laboral, también se les exige la formación en valores.

Este es el primer punto que menciona María Rosa Calambé, la mamá de María Victoria (6 años), Juan Ignacio (8 años) y María Virginia (11 años). "Busqué -dice- para mis hijos una escuela que les de una formación integral, que además de enseñar contendios los forme en valores". Y cuando María Rosa habla de valores se refiere en especial a los cristianos, por eso pensó en una escuela confesional para los nenes.

¿Es la escuela la única responsable de esta educación? "La escuela es colaboradora de una obligación propia de los padres. Nosotros somos los primeros educadores en este sentido", contesta sin dudar María Rosa a una pregunta que siempre mueve a grandes debates entre escuela y comunidad.

¿Y qué deberá atender la escuela para responder a estas exigencias -que también forman parte de su proyecto pedagógico- de formar niños críticos, autónomos, preparados para enfrentar distintas situaciones y conocedores de lo propio de las disciplinas? La pedagoga ecuatorina Rosa María Torres tiene una respuesta que asemeja la tarea educativa con la del agricultor: "Para que la enseñanza redunde en aprendizajes, es necesario remover la tierra, penetrar en los saberes, los talentos, las motivaciones, los afectos, las dudas, los temores de quienes aprenden. Aquel que siembra sin remover la tierra, a lo sumo esparce las semillas sobre al superficie, sin esperanza de que alguna vez echen raíces, crezcan, rindan frutos".

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