Ayuda solidaria

Ayudar a los demás es una fuente de satisfacción que nos hace más tolerantes. Las personas que desde pequeñas han tenido la ocasión de participar de manera activa en uno o más grupos saben lo enriquecedor que resulta entablar relación con personas de muy variada procedencia y con intereses y personalidades diversas.

Ayudar y colaborar con los demás no sólo es fuente de satisfacción sino que permite aprender a ser más tolerantes, menos egoístas y a tener la mente más abierta, es decir, a tener en cuenta otras realidades, a ponerse en la piel de otras personas y a ver las cosas con una mirada diferente. Eso abre también nuevas perspectivas para analizar y resolver los propios problemas con mayor eficacia.

Existen diferentes maneras de ayudar:

u Colaborar como voluntaria en alguna ONG o buscar ocasiones para ayudar en forma desinteresada.

u Cuidar a los tuyos. A menudo eso resulta más difícil y plantea mayores retos que la ayuda a desconocidos o a personas con las que nos unen menos lazos afectivos. Hacerse cargo de los mayores y apoyar a los familiares con dificultades no sólo es un deber moral sino una manera de restituir todo lo que han hecho por nosotros.

u No olvides que cuando ayudas a los demás lo haces sobre todo por tí. Eso contribuirá a que no esperes nada a cambio de la ayuda y a que puedas reconocer que ésta ya es positiva en sí misma. También posibilitará que no te sientas defraudada cuando no obtengas el reconocimiento por tus acciones.

u En lo profesional no desperdicies oportunidades para el trabajo en equipo. Aunque a veces resulta incómodo ponerse de acuerdo con los compañeros, a la larga, descubrirás que trabajar de este modo es eficaz a nivel grupal y enriquecedor desde el punto de vista personal.