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 domingo, 14 de marzo de 2004

Punto de vista: Las catástrofes de la realidad

Rodolfo Bella / Escenario

Las imágenes de violencia extrema son algo corriente en el cine. Sin gran esfuerzo se pueden recordar varios filmes. Catástrofes naturales ("Twister"), navales ("Titanic"), aéreas ("Aeropuerto") y producto del terrorismo ("Estado de sitio"). Ese tipo de situaciones son una verdadera tendencia comercial en Hollywood. La explotación de la sangre como recurso es un clásico. Fueron célebres las escenas de aquellos primeros filmes-catástrofe que degradaron el sufrimiento ajeno hasta la parodia. La imaginación del director de "Terremoto", por ejemplo, lo hizo suponer que el efecto sería más (o menos) impresionante si la escena donde se masacra una docena de personas dentro de un ascensor era rodada con unos efectos especiales que simulaban un comic, al estilo de lo que hizo Quentin Tarantino en "Kill Bill".

Cuando fueron atacadas las Torres Gemelas, una expresión frecuente entres los testigos fue que se sentían "como en una película". La confusión no es una novedad, después de décadas de dramatizar la muerte y los conflictos armados de todo color y género. La alienígena "Día de la Independencia", con la caída de los íconos de la cultura estadounidense -el Empire State, la Estatua de la Libertad- volando por el aire fue el paradigma más reciente. En el otro extremo vale recordar "11-S", el filme que de forma conjunta realizaron varios directores. Allí, sorprendentemente, el más conmovedor fue el dirigido por Sean Penn, que muestra la caída de las torres en la imagen de una habitación en la que vuelve a entrar el sol después de la desaparición de los enormes edificios.

El terrorismo siempre estuvo presente en el cine. "La suma de todos los miedos", con Ben Aflleck y Morgan Freeman fue uno de los últimos filmes que abordaron la cuestión. También "Juegos de patriotas" y "Estados de sitio", con una Nueva York cercada por atentados, se anticiparon a la realidad.

Curiosamente, ante las imágenes del atentado en Madrid fue difícil pensar en términos de comparaciones cinematográficas porque el cine español no explotó ese tipo de violencia. Ante el atentado a las Torres era posible experimentar sorpresa e incredulidad. La realidad había superado a la ficción.

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