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 domingo, 29 de febrero de 2004

¿Te acordás hermano? de Miguel Angel Siliano
En su Acebal practicó fútbol y tenis pero la cancha de once tiró más. Ahí apareció el jugador de Central Córdoba. Con los años llegó el gran tenista de hoy

Javier Parenti / La Capital

Estaba convencido que no era un gran jugador de fútbol pero después me di cuenta que sí. Pero fue tarde", comenta Miguel Angel y deja escapar una sonrisa que permite descubrir una cierta timidez al confesarla y una especie de reclamo a sí mismo por pensar que no era así en el momento preciso. Claro que la vida le dio otras satisfacciones y le sigue brindando en este 2004, en el que a principios de noviembre cumplirá 80 años, pero no ya en el fútbol sino con la raqueta, como el gran campeón de tenis en categorías veteranos que es.

Claro que esta página está reservada para ex futbolistas y lo que convoca es su pasado de inside derecho en Central Córdoba, allá por mediados de la década del 40 y hasta fines de la misma, cuando el charrúa jugaba en los viejos torneos de ascenso de la AFA, en aquella segunda división.

"Yo soy de Acebal y jugaba en Atlético, hasta que en el año 1944 llegué a la cuarta especial de Central Córdoba, club del que siempre fui hincha", comenta Siliano a la vez que intenta explicar que "por Gabino Sosa y las cosas que se decían de él por entonces porque no tuve la suerte de verlo jugar. Pero sí lo hice con Vicente de la Mata y cuando llegué al club recién se iban otros grandes jugadores como Humberto Fiore, Federico Monestés y el Torito Waldino Aguirre".

Y ya desde aquel equipo de 4ª especial tiene un gran recuerdo. No es para menos, si bien no recuerda el rival sí que "le hice 8 goles". Y cómo habrá sido su actuación que "al otro día estando en Acebal, en el club, escuchaba por radio que el periodista Cipriano Roldán (autor de Anales del Fútbol Rosarino, el libro de cabecera de los amantes de nuestra historia futbolística), quien después nos acompañaría a Buenos Aires a comentar para el diario La Tribuna, me alababa pero justo el mozo, no se por qué, apagó la radio. Cuando salí mis amigos me comentaron que había dicho que yo era un gran jugador. Obviamente, después le dije de todo al mozo", repasa.

Un par de años después casi se va a Italia, pero "como recién había terminado la guerra y era muy joven no me animé a aceptar la propuesta de un delegado de Juventus".

Así se quedó en Tablada. "Teníamos lindos equipos y jugué hasta el 49. Tenía 25 años y ya veía que todos los jugadores después terminaban trabajando en el Ferrocarril Central Córdoba y no quería eso. Además, ya me había recibido de mecánico dentista y le había hecho la dentadura a un señor que tenía una fábrica de calzado importante, que necesitaba un socio y ahí entré yo, que vengo de una familia que siempre estuvo en el rubro en Acebal. Entonces, me convertí en empresario del calzado y dejé el fútbol a un costado".

Pero esa no era la gran razón, sino ese no darse cuenta que podía estar entre los mejores jugadores del país. ¿Motivo? "En esa época respetábamos mucho a los jugadores mayores, especialmente a los de primera A, tanto que consideraba que no podía ser que yo jugara al lado de Pontoni, Severino Varela, Sarlanga, Boyé, Moreno, Pedernera o Labruna".

Y un ejemplo de que era un buen jugador lo tiene de un partido ante Sportivo Las Parejas (en la huelga de profesionales del 48 o 49, cuando los charrúas lo prestaron) jugó un partido "ante un equipo de Cañada de Gómez y marqué un golazo tras arrancar cerca de mediocampo y que nos sirvió para ganar 3 a 2 sobre la hora". Pero lo lindo vino al otro domingo, en el clásico contra Argentino de Las Parejas. "Antes de empezar los hinchas me gritaban Comeuñas y no me daba cuenta, hasta que me avivaron mis compañeros. Era porque había jugado tan bien el partido anterior y me comparaba con el personaje que hacía Armando Bo en la película "Pelota de trapo", que era el mejor del equipo".

Y los recuerdos de este insai derecho que "tenía un gran estado físico para ser el nexo entre defensa y ataque, iba bien de cabeza y era oportunista para el gol" siguen. Pero el fútbol no le tenía deparado un destino de técnico ni de árbitro. El empresario zapatero había ganado su lugar en el mundo y Acebal fue su destino. No podía ser de otra forma, el pueblo tira y siempre volvió. Se animó a ser presidente de Atlético, el club de su vida. Y hasta fue intendente, o mejor dicho presidente de comuna, durante 8 años (del 76 al 83). Mientras que hoy, mientras mira fútbol y juega al tenis también piensa en volver a la presidencia del club porque "mi sueño es devolverle a los carnavales de Acebal -aquellos de los que fui impulsor- su brillo, porque se ha desvirtuado un poco en los últimos tiempos".

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Siliano despuntó el vicio del fútbol y luego descubrió el mundo del tenis.

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