| domingo, 29 de febrero de 2004 | Charlas en el Café del Bajo demuestra, que ciertamente la masa social tiende a actuar de manera irracional.
-Especialmente la masa social argentina. Ahora bien, cuando yo hablo de bestialización de la masa, no quiero decir con ello que se trata de un fenómeno global y arrollador, sino una tendencia que se torna poco menos que absoluta en ciertos sujetos. Por ejemplo: los casos de este individuo que arrojó agua hirviendo a un niño de cinco años o este otro que zamarreó del cuello a un bebé de un año y medio en el camión porque lloraba, son paradigmas. Pero no son estos los únicos sucesos en donde se pone de manifiesto el síndrome de la irracionalidad o la involución de una parte de la sociedad humana.
-¿Cuáles otros detecta usted?
-Los hay peores y los hay menos notorios, pero no por eso dejan de ser menos preocupantes, porque son el principio de un fenómeno mayor. Entre los peores podemos mencionar el caso de un asaltante que dispara y mata a otra persona sin medir las consecuencias del acto o una violación a una criatura de cinco años; entre los menos malos podemos citar al señor que va conduciendo su vehículo por pleno centro de Rosario y encierra sin importarle absolutamente nada a un ciclista o invade la senda peatonal sin escrúpulos mientras una anciana en ese momento se apresta a cruzar la calzada. Los síntomas más sutiles de bestialización se detectan también en algunos hogares, en el trabajo, en muchos ambientes, y mi apreciación es que se trata de un fenómeno de la posmodernidad que tiene su matriz diversas causas y que es más notorio en países subdesarrollados como el nuestro. De todos modos, por otros motivos, los países desarrollados no se salvan de la presencia de este cuadro aunque claro está, no se advierte tanto como aquí.
-¿Cuáles serían esas causas a las que alude?
-En primer lugar la pobreza, con el consiguiente hambre que determina que a cierta edad el individuo deba alimentarse y desee obtener aquello que le ofrece una sociedad de consumo egoísta "como sea". Casi a la par de esta causa están la falta de educación y una dislocada cultura que impide el crecimiento intelectual, la madurez mental y el desarrollo espiritual. Pero estas causas, esta madre que saca de su matriz estas aberraciones tiene un padre.
-Obviamente, y me permito adelantar que el padre de tantas insensateces es el poder. Corrupto en algunos casos, inútil en otros, demagógico e hipócrita en otros más y perverso y egoísta casi siempre.
-Lamentable panorama, pero coincido con usted. Es el poder, detentado por hombres ricos e influyentes (grandes monopolios económicos, gobernantes, etcétera) los que han fecundado este vientre que está dando tantos males a la humanidad y puntualmente a nuestro país. Siento ser tan crudo, pero la bestialización avanza en ciertos niveles sociales y si no es así que le pregunten a esta mamá que fue con su familia a la playa de Rosario Central y algunos ... (califíquelos usted como desee) le dijeron que debían cortarse las brazos de su hijo (de cuatro años) por tener una pulserita roja y negra.
-Hay quienes desean minimizar la cuestión diciendo que "la gente está alterada", pero yo creo que cierta gente está involucionando y tal vez esto debería ser tratado con mayor minuciosidad y autoridad por un antropólogo. Yo no dudo de que si Darwin se paseara hoy por las calles argentinas o por algunos estadios de fútbol tendría bastante y rico material para escribir otro ensayo que podría llevar por título: "La involución de esta especie". Sé que todo lo dicho aquí parece grotesco, pero si usted amigo Inocencio, amigo lector, se toma el trabajo de observar detenidamente ciertas actitudes verá que no es tan extravagante lo que afirmo. Por eso es urgente que aquellos lúcidos, aquellos espíritus sublimes ataquen la causa (no el efecto) con todas las fuerzas posibles.
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