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 sábado, 28 de febrero de 2004

Los déficit hídricos acentuados se corrigen con tecnología y manejo
Cómo mantener el equilibrio con el suelo
El Inta Oliveros presentó resultados de diversos ambientes productivos en su tradicional día de campo

Leonardo Stringaro

Todos los años, la EEA Oliveros del Inta muestra los dos principales cultivos que tiene en pie, maíz y soja. Por medio de una recorrida a campo donde la tecnología aplicada se combina con la sustentabilidad de los sistemas agrícolas, se vuelcan los principales conceptos que recogió un grupo de técnicos encargados de evaluar aspectos vinculados con la caracterización de ambientes y balances de nutrientes, calidad de semillas, uso de modelos que contribuyen a predecir el comportamiento de cultivos y manejo integrado de plagas.

Esta vez el desafío se volcó a analizar los factores edáficos limitantes en los rendimientos cuando el déficit hídrico se torna acentuado. Para ello, se hizo mucho hincapié en describir la dinámica del agua en suelo, y mostrar como puede ser afectada por la acción del hombre a través de la compactación y el excesivo tránsito de maquinarias.

"Tratamos de explicarle al productor cual es el momento ideal para movilizar la maquinaria en su campo. Es decir, es necesario respetar los momentos de excesiva humedad con el fin de evitar la compactación del suelo que puede generar que las raíces vean dificultado su paso", explicó Mario Fernández Alsina, director EEA Oliveros.

Según el especialista, para apuntar a una producción sustentable en el tiempo es preciso lograr un ambiente edáfico equilibrado tanto química como físicamente. Por eso, les recomendó a los productores la utilización de prácticas de manejo que eviten la formación de sectores compactos sub-superficiales y -eventualmente- labranzas que reduzcan su presencia.

"Hemos visto que altos contenidos de materia orgánica, profundidad hasta el horizonte B2T y tasa de infiltración de agua que estuvieron asociados con altos rendimientos", comentó Silvina Bacigaluppo, del equipo del Inta. Sin embargo, "en pisos compactos y bloques masivos (sin porosidad estructural) la asociación fue negativa", y sus consecuencias más visibles pasan por sectores densificados que afectan el movimiento de agua en el suelo, la actividad biológica y el crecimiento de raíces generando una mayor dependencia ambiental por parte del cultivo, recordó la especialista.

Bacigaluppo afirmó que es necesario conocer las mermas de rendimientos que se pueden ocasionar en los cultivos, más allá de las condiciones no limitantes de agua y las atenuadas restricciones físicas que se producen durante el ciclo del cultivo. Como factor de análisis, remarcó que es necesario comprender que la relación directa entre presencia de zonas densificadas y reducción en la velocidad de infiltración de agua, siempre está asociado a la cantidad de agua que puede almacenar el suelo.


Al límite del estrés
La utilización de prácticas que mejoren la infiltración de agua en el suelo es el factor de mayor importancia que debe tener en cuenta el productor agropecuario cuando se producen eventos climáticos como los de esta campaña agrícola (2003-04), donde las escasas lluvias de enero, sumadas a la evapo-transpiración del cultivo fueron las responsables del agotamiento de las reservas de agua del suelo.

A pesar de que las lluvias de la primera quincena de febrero atenuaron la intensidad del déficit hídrico (Maciel), no fueron suficientes para restablecer un nivel de agua útil en el suelo, por encima del límite de estrés.

La caracterización de ambientes productivos mediante el seguimiento de la humedad del suelo permite incorporar una práctica indispensable para saber aprovechar mejor las lluvias intensas que se producen durante el otoño, y arrancar la siembra del cultivo de soja con más tiempo de agua útil en el campo.

De esta forma, es posible lograr un cultivo de alto rendimiento, sin depender de la ocurrencia de lluvias continuas, explicó José Andriani (EEA Oliveros Inta).

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La humedad controlada evita raspiés.

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