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 miércoles, 18 de febrero de 2004

Un balazo en el hombro y otro en la cara contra un muchacho en Arroyito
Dos chicos asaltaron un ciber y uno le pegó dos tiros al joven encargado
El empleado retuvo y desarmó a uno, pero el otro abrió fuego. El detenido y el prófugo tienen 14 años

Brian Pérez tiene 18 años y habla con espontaneidad del episodio que protagonizó antenoche en un local de internet del barrio de Arroyito. Está tranquilo y su relato sugiere que en ningún momento evaluó los riesgos que corría cuando decidió inmovilizar al pibe de 14 años que lo estaba encañonando para asaltar el local. Su reacción instintiva para frustrar el atraco pudo costarle la vida cuando el socio del maleante gatilló el arma desde la vereda y salieron disparados dos balazos. Uno le rozó el pómulo y otro perforó el hombro del muchacho. El agresor escapó en una bicicleta y, recién en ese momento el joven, a cargo del comercio, se dio cuenta de que estaba herido. Aun así, pudo retener en el suelo al otro asaltante hasta que llegó la policía y lo detuvo.

Ya eran las diez de la noche del lunes y ocho jóvenes chateaban en las computadoras del ciber Ciudad 17, de Génova 1441, mientras otros dos chicos esperaban su turno. El local de internautas se inauguró el 5 de septiembre pasado y desde entonces Brian es el encargado del comercio, que pertenece a su hermana.

Apenas levantó la vista, al muchacho le llamó la atención el paso vacilante y dubitativo de los dos pibes de entre 13 y 14 años que llegaron al local. Estaban vestidos con camisetas de fútbol y bermudas y no respondieron nada cuando el muchacho les preguntó qué querían.

Brian presumió que algo extraño podía ocurrir cuando los visitantes recorrían el local sin pronunciar palabra. "Yo los miraba desde la puerta porque iban y venían y entonces sospeché que podían asaltarme", explicó el muchacho.

En segundos comprobaría que su presunción no era equivocada. Apoltronado en un sillón, apoyado sobre la vidriera, vio cómo los maleantes adoptaron el último recaudo antes de intentar su correría: miraron hacia la calle y después uno de ellos se introdujo nuevamente en el ciber. Caminó armado en dirección hacia donde estaba Brian y lo apuntó con su revólver.

"Dame la plata", gritó el pibe de 14 años. Pérez se levantó y pareció dispuesto a entregarle el dinero. Al menos eso creyó el precoz bribón, pero el encargado del ciber actuó con rapidez y lo sorprendió. Enseguida lo dejó fuera de combate. "Le apreté la mano en la que tenía el arma y lo agarré de los pelos", comentó.

Después caminó con el asaltante hacia la vereda creyendo tal vez que el violento episodio culminaba allí, pero todavía faltaba el epílogo, más cruento que el prólogo. El socio del pibe de 14 años observaba la escena y decidió que no iba a recular. Apoyó un revólver 32 largo sobre el hombro derecho de su cómplice y se escucharon los estampidos. Brian casi no se dio cuenta de que el arma había escupido dos balazos.

Sin sobresaltarse vio cómo el pibe se subía a una bicicleta y escapaba por Génova hacia el oeste. Miró el otro rodado con el que había llegado el otro maleante y después posó su mano sobre el pómulo izquierdo y recién en ese momento se dio cuenta de que había sido herido. Un proyectil había rozado la mejilla. Luego levantó su remera y vio que el hombro derecho había sido perforado por un proyectil.

Aun así no se inmutó. Ni siquiera los gritos desesperados de los jóvenes que jugaban en red en Internet lo intranquilizaron. Cuenta que apoyó una de sus piernas sobre el pibe que había intentado asaltarlo y lo desarmó. Luego con la ayuda de un cliente lo retuvo hasta que llegaron efectivos del Comando Radioeléctrico y lo apresaron. Desde el suelo, el adolescente no ofreció resistencia, sólo llamaba a su socio, que ya se había marchado.

Cuando ya el dolor en el pómulo lo preocupaba, al muchacho lo llevaron al Hospital de Emergencias, donde los médicos le curaron la herida. Y el otro tiro quedó alojado en el hombro. "Me dijeron que si no tenía problemas para mover el brazo no me lo iban a sacar", explicó.

Ayer a la tarde, el local estaba cerrado y sólo algunos amigos de Brian chateaban. Uno de ellos se acercó al muchacho y, luego de saludarlo, le deslizó la obviedad. "Te salvaste de milagro". El muchacho lo miró, sonrió y no dijo nada. Su actitud ofensiva le podría haber costado la vida, pero fue afortunado.

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Brian Pérez reaccionó ante el atraco.

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