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 domingo, 15 de febrero de 2004

Rosario desconocida
Voces y memorias en Saladillo

José María Bonacci (*)

La diversidad de lenguas llegadas con la implantación del frigorífico Swift, marcaron a Saladillo de manera notable. Una mayoría de aquellos inmigrantes se afincaron principalmente en "la isla" territorial limitada por los brazos norte y sur del arroyo, y la marcaron con sus acentos culturales y tantos otros rasgos definitorios.

Nacieron instituciones, muchas de las cuales continúan hoy, como es el caso de la Sociedad Polonesa Federico Chopin, o de la Biblioteca Alexandr Pushkin. Este aporte junto a la migración interna durante la irrupción del peronismo, conformaron a mediados del siglo XX una masa obrera y popular, fuente de mano de obra para aquella empresa que llegó a nuclear alrededor de diez mil obreros con tareas en turnos de hasta 3000 personas entre varones y mujeres. Malas condiciones de trabajo generaron conflictos y huelgas, y de por sí, un nuevo movimiento en aquellas calles tanto por la influencia del establecimiento y la aparición de negocios de todo tipo, como por aumento de su población, que fueron cambiando aquel destino inicial del lugar y sus rincones idílicamente naturales.

Quienes imaginaron la urbanística primigenia fueron desapareciendo. Los herederos lotearon y vendieron sus posesiones y muchas mansiones quedaron semi abandonadas o desaparecieron. La nueva clase media ascendente ocupó sus lugares y el crédito y planes masivos de la época, impulsaron la aparición de típicas casitas barriales de corte familiar. El arroyo quedó limitado al recreo finisemanal con uso espontáneo y desprovisto de infraestructura. Su centro neurálgico por peso paisajístico fue el "pozo campana" con su cascada mayor y natural de unos cinco metros de altura. Los clásicos "Baños del Saladillo" ahora con administración municipal siguieron prestando servicio. En tanto el arroyo famoso en su tiempo como fuente de salud, fue mudando hacia una absoluta contaminación por desechos de frigoríficos, corrales y basurales aguas arriba. Aquella pureza curativa, en pocos años se convirtió en verdadero foco infeccioso. Demolidos los baños en 1977 y remplazados por un centro de verano surto por bombeo de napas subterráneas, el antiguo desagüe del disecado brazo norte se convirtió en verdadera cloaca a cielo abierto cercada por villas miserias, a metros de "Villa Fausta" levantada por el pionerismo de Arijón, abandonada y saqueada hasta su demolición.


Hoy tierra despojada
Sobre esta realidad insólita, corre hoy indiferente la autopista sur de acceso al puerto. Razones y circunstancias de la gesta fundacional contrapuestas a lo actual, señalan que Saladillo es hoy tierra despojada cuyo destino inicial dio una verdadera "vuelta de campana" en sólo cincuenta años perdiendo su propio nombre, y los varios universos superpuestos entre calle Diana (hoy Lituania) y el río se borraron junto a un entrelazado de difícil descripción y sus climas humanos atrapantes. El barrio ha silenciado sus rumores, ofende a la dignidad humana la pobreza de algunos rincones y la algarabía de hace no más de treinta años se ha dormido.

Queda entonces por resguardar como tesoro íntimo el valor de la memoria, para que los jóvenes que ignoran el pasado del lugar en que viven sepan que nació de una gran idea con esplendor propio, sin olvidar que el presente por lo menos ofrece el Parque Regional Sur en cuyo corazón corre el desvalorizado arroyo que le prestó su nombre y que separa a Rosario de Villa Diego sobre cuya orilla se continúa el citado espacio verde.

El barrio perdió también sus corsos con mascaritas y algarabía en avenida Arijón y cines como el Diana (Nuestra Señora del Rosario y Diana), Tiro Suizo (San Martín 5200) y Marconi (luego Splendid en Ayacucho 5500). En un verdadero entrecruzamiento de épocas, nombres y conductas, Saladillo recuerda las presencias de la mafia en la persona de Alí Ben Amar de Sharpe ("Chico Chico") y otros. Aristóteles Onassis caminó su juventud por calles que aún rodean al arroyo empobrecido. En cambio muchos años antes de ser el mariscal Tito, presidente de la desaparecida Yugoeslavia, un joven Joshif Brooz trabajó algún tiempo en el frigorífico debiendo abandonar estas latitudes acusado de "peligroso anarquista", en una época en que las ideas libertarias no cuajaban en el país, de lo que es un ejemplo imborrable la Patagonia trágica con el asesinato de obreros. Mezclado con estos recuerdos, brilla la luminosa memoria de Manuel Musto, uno de nuestros artistas pintores de mayor jerarquía, que vivió en Sánchez de Bustamante 129, donde realizó prácticamente toda su obra pictórica. Por propia voluntad, a su muerte la propiedad pasó a la Municipalidad y se instaló allí la escuela de arte que lleva su nombre y es semillero de futuros artistas plásticos.

Así también, el barrio alimenta la esperanza de ver funcionando a pleno el primer museo barrial de la ciudad en Saladillo, según lo establece la ordenanza aprobada por el Honorable Concejo Municipal con fecha 27 de agosto de 1992.

Seguramente podrá ser uno de los cofres que atesoren una historia transcurrida de alto valor lanzada al futuro, involucrando también el devenir de su territorio en los tiempos actuales. Sobre lo que fue en los momentos iniciales el eje monumental de la zona, el Centro de la Cultura Arijón ubicado en la avenida de igual nombre al 84 bis y que depende del Ministerio de Cultura y Educación de la provincia de Santa Fe ocupa una antigua casona que perteneció a la familia fundadora, aunque deben lamentarse antiguas ampliaciones sordas a las sugerencias de la arquitectura primigenia que la desvalorizan un tanto, quedando no obstante la encomiable labor cultural que se gesta entre sus muros. Obviamente no está aquí la totalidad de las presencias patrimoniales urbanas destinadas a otros fines, pero seguramente en el tiempo, serán registradas en otras vueltas de tuerca que terminen de ajustar y fortalecer la memoria del barrio, en cuya tarea los habitantes de Saladillo tienen mucho que decir.

Así es la ciudad. Así son los barrios, pequeños territorios enmarcados en la jurisdicción madre. La vida pasa por ellos y deja marcas buenas o malas, señales al fin de que los años han transcurrido amasando historias, a las que cada uno, por fuera de los datos oficiales, dará el valor emotivo que los sentimientos alimenten. Un barrio, mil sugerencias. Una ciudad, varios universos inaprensibles, fantásticos...

(*)Arquitecto

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Una de las residencias de Manuel Arijón, hoy casa de la cultura en avenida Arijón y Andes.

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