| domingo, 15 de febrero de 2004 | La misma cara Newell's reapareció con un empate que no le sirve Javier Parenti / Ovación Así no le sirve. Y no le alcanza. Las expectativas que se había propuesto Newell's para arrancar el nuevo certamen, esas que hablan de protagonismo, una vez más quedaron de a pie. El empate, ante Banfield y ante su gente, no tuvo sabor. Y lo demostró el hincha leproso al retirarse resignado a medias, como esperando y quedándose con las ganas de ver otra versión. Porque este inicio fue prácticamente igual al último final. Con la misma cara, de conjunto y de hinchas. Y la repetición no es el objetivo.
En el análisis de la gente primero está el resultado. Y el 1 a 1 no le gusta. Después viene el juego, y sigue sin convencerlo. ¿Entonces? La cosa pasa por morder fuerte y tragar la bronca. Exteriorizarla un poquito -por eso algunos silbidos- y esperar a que el famoso rodaje futbolístico empiece a dar réditos.
El entusiasmo de hacer una buena largada para picar en punta quedó reducido a los diez minutos iniciales, al gol del empate y a pasajes aislados, cuando la gente aplaudió el esfuerzo. Porque de buenas jugadas, todos -incluso los visitantes- se quedaron con las ganas.
La falta de contundencia en el armado es la principal razón de la escasez de alegría por tierras leprosas. Falta el jugador desequilibrante en el puesto justo. El que sepa alimentar en mejor proporción a Mauro Rosales y al colombiano Vásquez. Esa ausencia, llamada Patiño, es demasiado trascendente para esta formación que Veira propone. Y encima, si Newell's está obligado a jugar inclinado hacia la derecha, por la partida de Guiñazú y la falta de un zurdo que lo reemplace, la repetición facilita el accionar de los rivales, que ven con buenos ojos el punto en el Coloso.
Y una de las claves para entender el porqué del empate está dada en que la figura rojinegra fue Rosada, por entrega y quite, por equilibro y abnegación. Por eso el hincha rescató lo hecho por Zapata en su debut. Pero a eso lo ve con buenos ojos durante el partido, con la ilusión de que una pelota salvará las papas. Y la única de la noche fue de pelota parada, con la buena pegada de Adinolfi.
Pero fue la del empate. Es cierto que era justo. Es verdad que después la lepra intentó desequilibrar. Pero sin ideas profundas eso se transformó sólo en un amague. Y es muy poco para pretender pelear por cosas importantes.
Y así como esta versión en ofensiva es la misma a la del 2003, también se repite la defensiva. No es que le llegan mucho, pero hay una fórmula que aún no logró descifrar: la pelota alta cruzada que termina en la red por cabezazos. Esta vez el centro llegó desde la izquierda, no de pelota parada, pero lo suficientemente hiriente para que Amato aprovechara para demostrar su oficio goleador.
Entonces, si casi nada cambió, la apuesta pasa por aguardar que se produzca alguna explosión, como pasó en el Apertura con los triunfos sobre River y Boca. Claro que sin onda expansiva, como entonces sucedió, tampoco servirá de mucho. La oportunidad está en los próximos dos partidos, ante Independiente y River, y eso deja margen para esperar la reacción. Eso sí, definitiva. El 2004 empezó con reparto de puntos y deuda de juego. Y este no es el camino elegido para transitarlo. Porque así, a nadie le gusta. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Veira encabeza una caravana de preocupaciones. | | |