| domingo, 15 de febrero de 2004 | Editorial Exito y paradoja Los reconocimientos obtenidos recientemente en Mar del Plata por el teatro rosarino tienen un trascendente significado para la ciudad y deberían instar, tal vez, a la reflexión autocrítica. La consagración de la actriz Silvina Santandrea -quien obtuvo el premio revelación por su desempeño en las obras "Bataclán", "Varieté" y "Para qué te cuento"- y el director Hernán Peña -premiado por su puesta del clásico de Marco Denevi "Rosaura a las diez"- da una clara señal de los altos valores del teatro local, que sin embargo acaso no reciba la correspondencia que merece por parte de su propio público.
Por cierto que todas las generalizaciones son peligrosas y que las excepciones existen, pero aquel famoso dicho que asegura que nadie es profeta en su tierra parece encontrar en este caso un correlato adecuado. Los Estrella de Mar poseen dimensión nacional. Lo extraño es que en no pocas ocasiones los mismos artistas que obtienen galardones en sus excursiones por escenarios distantes trabajan frente a escaso número de espectadores en su propia ciudad o, directamente, deben dedicarse a otra actividad para poder sobrevivir.
Para que Rosario se convierta en lo que debe y merece ser, convirtiendo en realidad sus inmensas posibilidades, resulta necesario que su ciudadanía comience a valorar más y mejor la producción estética generada en su propio espacio. Y si bien el problema es imagen especular del que afecta a todos los argentinos en el ríspido territorio de la cultura -es decir, aquel antiguo vicio de preferir lo extranjero sobre lo nacional-, el momento histórico que se vive se presenta como oportuno para revalorizar la consigna "vivir con lo nuestro", originada en el ámbito económico pero perfectamente trasladable y aplicable en otros terrenos.
Los argentinos parecen haber entendido que para cambiar las cosas, el momento es ahora. Para Rosario, que debe enfrentar el duro desafío de sustentar su identidad y que este año -con el Congreso de la Lengua Española- tendrá una oportunidad ideal para mostrarse ante el mundo, superar el cholulismo es una cuestión de orgullo, pero también de supervivencia. Tal como sucede en el país, aquí hay mucho y bueno. Corresponde conocerlo, disfrutarlo y, sobre todo, respaldarlo. enviar nota por e-mail | | |