| sábado, 14 de febrero de 2004 | El valor de la vida II Hay una tremenda paradoja no advertida por el señor Rafael Pineda: la Alemania nazi condenaba el aborto mientras desvirtuaba el concepto de la eutanasia ("eu", normal y "tanatos", muerte) con la práctica de asesinatos seriales. La génesis de esa moral era una pésima interpretación del superhombre nietzscheano. Condenaba el aborto para que haya más nacimientos (ignorando la superpoblación planetaria y en contra de la planificación familiar) y la eutanasia para suprimir a los diferentes, fueran alemanes, judíos, gitanos o eslavos. Fue la moral de un demente que causó millones de muertos a la humanidad. Notamos en esta época el recrudecimiento de una campaña que pienso relacionada con el posible nombramiento en la Suprema Corte de la doctora Argibay. No se han visto condenas desde la curia a los sacerdotes y obispos paidófilos que abortan moralmente a niños desde la sociedad marginándolos de una posible vida que tenga valor. Confunde asimismo lo que es un ser vivo de un ser humano. El establecimiento de la condición humana en el ser vivo se da desde el momento que el hijo (mórula-blástula-gástrula-embrión o feto) se relaciona con la madre y no existe una relación temporal obligatoria. No hay un momento preciso. Puede ser desde la concepción misma, cuando hay amor y relación madre-hijo, o llegar muy tardíamente en hijos no deseados, en violaciones a niñas que ignoran el significado de la maternidad, o minusválidas psicofísicamente. Nadie desea el aborto. Solo se exige respeto a las decisiones de la mujer que aun no ha crecido para ser madre, o no lo desea, y no quiere traer parias al mundo. En cuanto a la eutanasia que quiere decir muerte normal, nada tiene que ver con la concepción desvirtuada por el nazismo. No es matar sino ayudar a una muerte digna a quienes desean con libertad, que no quieren vivir más y que tienen enfermedades incurables, dolorosas, que hacen que la vida no valga la pena de ser vivida. Y no olvidar el significado del ensañamiento terapéutico, que no es por amor a la vida de quienes lo practican, sino por dar mayores ganancias económicas a las instituciones enfermas. Si no fuera así, las voces que están saliendo ahora, deberían haber ya salido hace mucho tiempo a protestar por los millones de niños que mueren de hambre en un país rico como el nuestro y que ya eran seres humanos y no seres vivos solamente, donde la "relación" no es imprescindible.
Efraín Hutt, médico
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