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 miércoles, 11 de febrero de 2004

Los vecinos describen al asesino como "un hombre tranquilo y de familia"
Incendiaron la casa del plomero santafesino que mató a dos prostitutas
Los familiares huyeron del fuego. Suponen que fue lavenganza de rufianes. Identifican a la segunda víctima

Santa Fe.- El arresto del plomero que la tarde del domingo confesó haber matado y sepultado a dos prostitutas en la zona del aeropuerto de Sauce Viejo, donde tenía preparada otras fosas para nuevas víctimas, fue una información conmocionante. A la que se suman otras novedades en cadena. En las últimas horas se confirmó que la segunda de las jóvenes asesinadas por Esteban Eduardo Condado, como se temía, es Florencia Abalos, de 19 años. En la noche del lunes, en lo que se presume sería una reacción de personas vinculadas al mundo de la prostitución, incendiaron la vivienda del detenido, que ayer fue indagado por el juez de la causa, Eduardo Giovannini.

Esteban Eduardo Condado, de 61 años, plomero y jubilado de una concesionaria de autos era considerado por quienes lo conocían como "hombre tranquilo, de familia y buen vecino". En el barrio en la que el confeso homicida vivía apaciblemente con su esposa y dos hijos (4 de Enero y San Luis, de Santo Tomé) están sobrecogidos por la faena, tanto como por la perplejidad que les provoca que el autor sea un vecino por todos conocido.

Desde el momento de la detención de Condado, que no ofreció resistencia, el barrio ha perdido la calma. El lunes por noche, cerca de las 20, dos sujetos incendiaron la vivienda mientras la esposa del plomero y su dos hijos, quienes se encontraban en su interior, lograron salir ilesos del ataque huyendo por un pasillo y viviendas aledañas.

Aunque la policía investiga el hecho y aún no suministraron detalles sobre los autores del incendio, fuentes policiales se declaraban ayer convencidas de que los autores del atentado no serían ajenos al mundo de la prostitución. Algunos testigos indicaron que serían dos jóvenes de entre 25 y 30 años, que fueron vistos cuando escapaban en una moto de alta cilindrada. Los voceros estiman que la reacción podría encajar en una típica vendetta de rufianes. "No descartamos, de todos modos, ninguna hipótesis, incluida una posible reacción de familiares de las víctimas", dijeron fuentes policiales.

El fuego consumió una habitación en su totalidad, el antebaño y parte de otra habitación. La familia de Condado resultó ilesa.


Amor no correspondido
El juez de instrucción, Eduardo Giovannini, indagó ayer al acusado, de 61 años, quien confesó haber asesinado y enterrado a dos jóvenes prostitutas porque "no correspondieron al amor que les profesó". Mientras tanto, el magistrado aguarda los resultados de las autopsias que se practicaron a los cuerpos, así como una serie de diligencias ordenadas el domingo último.

La saga que terminaría convirtiéndose en una escalofriante noticia policial comenzó el domingo al mediodía cuando un hombre denunció que su hija de 24 años, que ejercía la prostitución en las rutas aledañas al aeropuerto, se encontraba desaparecida desde el viernes. Se trata de Cecilia Fernanda Correa, la primera de las víctimas encontradas, enterrada debajo de un ombú en una zona cercana a la intersección de la autopista a Rosario y la ruta 19.

En su primera declaración ante el fiscal Romero, Condado confesó que a Correa le seccionó la cabeza, como más tarde comprobarían efectivos de bomberos al desenterrar el cuerpo. Y además guió a los investigadores a otra zona rural, cerca de la primera, donde había enterrado a otra joven, también prostituta. Este último sitio sólo se pudo encontrar por que tenía una cruz de madera con unas flores de plástico. La primera, en cambio, era evidente porque el crimen ocurrió la tarde del viernes y la tierra permanecía removida. Condado dijo que el se había enamorado de las mujeres y que éstas rechazaron su amor. Por lo que las mató y las enterró. Después les llevaba flores.

A partir de la denuncia del padre de Correa en la comisaría del distrito 23ª de Santo Tomé comenzó una búsqueda que fue orientada por un llamado anónimo sobre la existencia de tierra removida entre unos pastizales linderos a las rutas mencionadas. Una comitiva se dirigió al lugar y encontró el cuerpo degollado de la joven buscada: Cecilia Fernanda Correa. Tras ello, a unos 100 metros de allí, había otra fosa cavada y vacía, los que los alertó de la posibilidad de estar frente a un asesino serial.

La joven Correa era vecina del lugar donde trabajaba y también de donde apareció su cuerpo. Por eso, indagando a los lugareños, los pesquisas supieron que la chica era frecuentada por un hombre que se desplazaba en un Renault rojo o en una bicicleta del mismo color.

Así llegaron hasta San Luis 3550, en Santo Tomé, donde encontraron el auto y la bicicleta. También a Condado, quien sin ofrecer resistencia y en presencia de su familia se quebró y confesó sus crímenes.

La confesión del crimen anterior llevó a la policía a la sospecha de que la víctima podría ser María Florencia Avalos, de 19 años. La madre de ésta había denunciado hace algunos meses atrás su desaparición, aunque presumía que había sido llevada por su explotador a Bahía Blanca. Ayer se confirmó que los restos de la mujer, muerta por ahorcamiento, son los de Avalos.

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La policía custodia la casa de Esteban Condado.

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