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 miércoles, 11 de febrero de 2004

Editorial
Nuevo gesto reparador

El presidente Néstor Kirchner ha tenido otro gesto contundente en su compromiso con la vigencia de los derechos humanos en el país, anunciado en el discurso inaugural de su gestión, al dar la orden de iniciar los mecanismos legales para convertir la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) en Museo de la Memoria. Se trata de un lugar emblemático del terrorismo de Estado aplicado durante la última dictadura militar al que se suele calificar del Auschwitz argentino, por los experimentos de torturas sistemáticas aplicadas sobre los detenidos políticos, las matanzas, simulacros de asesinatos y robos de bebés.

Es también una continuidad con lo que se ha decidido en Rosario: el futuro traslado del Museo de la Memoria a la vieja sede del Comando del II Cuerpo de Ejército, en Moreno y Córdoba. Y se corresponde también con un largo reclamo de los organismos defensores de convertir en museos todos los centros clandestinos de detención instalados durante esos años en gran parte del territorio.

"Esto no es un acto de revanchismo, sino de preservación de la memoria histórica como forma de recuerdo y enseñanza para las generaciones futuras", sostuvo el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, al fundamentar la decisión política. Y verdaderamente se debe coincidir en que es la única forma en que ese edificio puede reconvertirse para cumplir un fin valioso en la sociedad argentina. En tal sentido, vale recordar que los campos de concentración nazi instalados en Polonia y Alemania -que no fueron destruidos por el régimen genocida- también fueron convertidos en museos y hoy forman parte de circuitos culturales ineludibles, por donde pasan decenas de miles de jóvenes estudiantes de nivel medio y universitarios procurando tomar profunda conciencia de lo ocurrido. Precisamente esa metodología aberrante, sólo posible de materializar en las mentes perversas de los jerarcas nazifascistas, pese a la derrota sufrida en la Segunda Guerra Mundial, encontró nuevos émulos en toda América latina durante los años 70, para destruir los sueños de una generación que pretendía construir democracias más participativas, repúblicas soberanas y con posibilidades para todos.

La Esma será entonces a partir del próximo 24 de marzo, cuando se cumplan veintiocho años del último golpe militar, un lugar imprescindible de visitar para todo ciudadano de convicciones democráticas, de respeto a las libertades, que cultive la tolerancia y sueñe para sí y para sus hijos con una sociedad mejor. Será también una reparación para todos los que padecieron el horror de aquellos trágicos años.

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