| domingo, 08 de febrero de 2004 | Historias de ida y vuelta Una arquitecta, un escritor y una periodista cuentan sus experiencias en el exterior y cómo cambió su percepción de Rosario Osvaldo Aguirre / La Capital Un golpe de fortuna es a veces la mejor forma de irse. "Mi esposa y yo vinimos a Inglaterra en marzo de 1998 -cuenta el escritor Marcelo Rizzi-, a raíz de una beca para un doctorado que ella había obtenido. Luego yo conseguí trabajo y fue así que nos fuimos quedando. Es decir, no soy de los que emigraron por razones exclusivamente económicas, aunque de hecho son las que nos atan por el momento al lugar donde vivimos".
En cambio, Andrea Rota se fue a Barcelona en agosto de 2001 por una serie de motivos que iban desde la necesidad de un cambio de aire hasta las ganas de cumplir expectativas profesionales. "Soy arquitecta y en esa época las cosas ya pintaban mal, sobre todo para mi profesión -dice-, y como tenía amigas que vivian en España y tenían trabajo, me vine. Me costó mucho tomar la decisión, la estuve meditando durante dos largos años".
La periodista Ester Stekelberg se fue de Rosario por un amor. "Partí el 20 de febrero de 2002, dos meses después de la pueblada del 19 y 20 de diciembre. Decidí irme a Francia a vivir con un hombre que me pareció era el tipo de mi vida, y no me equivoqué. Una historia piola, buena para contar a los nietos".
Los comienzos de las grandes historias suelen ser vulgares: Stekelberg estaba engripada. "Entonces hay un médico que me prohíbe ir a laburar hasta no curarme completamente, un aburrimiento de descascarar las paredes con las uñas y el consejo de un amigo: «¿porqué no chateás?». Chat en francés, para no sentir que estaba perdiendo tanto el tiempo, para recuperar el idioma que había estudiado toda la vida". Así encontró a Michel, "un francés de Normandía, tratando de salir de un episodio durísimo de su vida. Después de unos meses de chateo y teléfono, tomé la decisión de pasar unas vacaciones en Francia. Tenía un mes en la radio donde trabajaba y el mix de Francia y Michel me pareció perfecto".
El encuentro superó a las expectativas. "Fue mucho mejor de lo que mi frondosa imaginación había elucubrado -recuerda Ester-. Estuvimos el mes juntos y me volví a casa. Siguió el chateo y el teléfono hasta que Michel decidió que venía a Rosario, en setiembre de 2001. Estuvo un mes, comió mucho asado y se volvió ya convencido de que vivir juntos en Francia era una excelente idea. Y así fue".
Claro que hubo dificultades. "Dejaba a mi familia, a mis amigos, mi laburo, en resumen, dejaba una vida bastante clara por algo que suponía iba a ser bueno, pero que era francamente un gran signo de interrogación", dice Ester. Partir es morir un poco.
Experiencias reveladoras Irse de Rosario les dio resultado. "Al principio fue un poco duro -dice Andrea-, pero de a poco, con suerte y paciencia, las cosas mejoraron. Rápidamente conseguí trabajo en lo mío y de ahí en adelante siempre fui a más. Me refiero a mejor trabajo, mejor sueldo, etcétera". Marcelo Rizzi, autor casi inédito en la ciudad, publicó dos libros, uno de ellos a través de la importante editorial Plaza y Janés, de España y comenzó a trabajar en el Instituto Cervantes. "Pude hacer periodismo -resume a su vez Stekelberg- y conocer gente de lo más increíble".
El reencuentro con la ciudad para el que estuvo en el exterior parece una experiencia intrasferible. "Estaba muy contento por ver nuevamente a familiares y a algunos amigos -dice Rizzi, que hizo una breve visita después de casi seis años-. En realidad todo era un poco extraño: como si nunca te hubieras ido, pero a la vez sabés que estás residiendo muy lejos".
El que regresa tiene también una mirada diferente. "Supongo a veces que lo familiar no es sino lo extraño dado vuelta como un guante -sigue Rizzi-. Por ejemplo, cuando nos fuimos el mobiliario y los objetos de uso cotidianos eran guardados con minuciosidad, y luego al reencontrarlos había una rara sensación entre el apego y el desdén".
Pasaron más de dos años hasta que Andrea Rota pudiera regresar. "Me perdí esa gran crisis de diciembre de 2001. Pero para mí fue una agonía eterna, porque las cosas que pasaban en los noticieros eran horribles", dice. Quizá para mitigar la añoranza, o porque la pasión era irresistible, se sumó a la filial catalana de Rosario Central. Y por fin pudo viajar para pasar en familia las últimas fiestas.
"Créeme que me encontré con toda mi gente después de tanto tiempo -dice, con la emoción intacta- y es como si no hubiera pasado nada, como si todo se hubiera detenido. No cambiaron ni siquiera físicamente, excepto los niños a los que sí se les nota el paso de los años. A Rosario la encontré más linda que nunca". Andrea no tiene dudas: "mi ciudad es la más hermosa de todas".
Rizzi volvió a Inglaterra y por el momento no se plantea la posibilidad de regresar. Stekelberg estará en Rosario a principios del mes próximo, y considera la posibilidad de instalarse otra vez en la ciudad. "Llegar a Rosario será encontrarme con mi familia y con los queridos. Y es lo que más ganas tengo. Pero también ir a tocar un timbre y encontrar que alguien conocido me abre la puerta. Tengo ganas de retomar el laburo que dejé, como por ahí dejás un libro abierto sobre una mesa y queda días y días porque no tuviste tiempo de cerrarlo, porque no lo viste aún pasándole mil veces al lado. Y de repente lo ves y lo agarrás, tenés una cierta idea de cuál fue el último renglón que leíste, te acomodás y ¡justo! empezás a leer donde dejaste aquel día. Así me gustaría empezar a laburar". Los que vuelven también traen sueños para compartir.
Andrea está preparando el regreso. Y no le alcanzan los dedos de la mano para enumerar las razones: "Porque no hay plata que pueda comprar un domingo de fútbol en el Gigante, por la amistad incondicional de mis amigos, los canelones de mi abuela Lucy, mis dos sobrinos que son mis soles, el amor inmenso de tus padres, hermanos, tíos, vecinos. Vuelvo porque soy más de Rosario que de ningún lado. Porque prefiero ganar mi sueldo en pesos pero estar rodeada de ese calor que sólo tengo y tendré en casa". enviar nota por e-mail | | Fotos | | Para recordar. Las fotos y filmaciones son indispensables. | | |