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 sábado, 07 de febrero de 2004

Dos jóvenes ladrones con apariencia insospechable
Se hicieron pasar por clientes para desvalijar a dos abogados en un edificio de Sarmiento al 1000

Los abogados Raúl Alberto Suárez y Javier Eduardo Mendíaz fueron asaltados el miércoles a la tarde cuando dos jóvenes maleantes llegaron al estudio ubicado en el quinto piso de un edificio de Sarmiento 1031. En este caso los ladrones apelaron a un sutil ardid para poder ingresar a la oficina: pactaron en forma telefónica una entrevista con los letrados para consultarlos por una cuestión profesional.

Todo se inició a las 18.15 del miércoles cuando dos muchachos llamaron al bufé de los profesionales. Los jóvenes parecían interesados en resolver un pleito comercial, ya que los abogados atienden cuestiones vinculadas con el derecho civil y comercial y alguien les había recomendado los servicios de los letrados. Y enseguida acordaron una cita con los abogados.

Un rato después, dos muchachos bien vestidos arribaron a la oficina B del quinto piso del inmueble situado en Sarmiento entre San Luis y San Juan. La secretaria los recibió y los condujo al despacho donde los aguardaban Suárez y Mendíaz. Los maleantes habían elegido el momento oportuno para el atraco porque en ese momento no había clientes en el bufé. Enseguida, los clientes decidieron poner fin a la farsa y entraron en acción desenfundando dos armas. "Nos empujaron al suelo y, a punta de pistola, nos redujeron mientras se tapaban las caras con las manos", explicó Suárez.

Con la situación controlada, los ladrones se apoderaron de algunos efectos personales de las tres víctimas del atraco. Anillos, relojes, celulares y de "unos quinientos pesos" que había en la caja chica del estudio pasaron a engrosar el botín de los delincuentes. Sin embargo, a los asaltantes el dinero no les pareció suficiente y entonces se pusieron "nerviosos" y profirieron algunas amenazas. "Primero nos dijeron que no los mirásemos porque nos iban a matar", comentó el letrado. La misma intimidación se repitió unos minutos después cuando no encontraban más dinero del que ya habían recogido.

Entonces Suárez intentó tranquilizarlos desde el suelo con sus manos maniatadas con cintas de embalar. A su lado, su socio y la secretaria llamada Silvana observaban inmovilizados la escena.

"Les expliqué que esto no es una financiera y que no había más plata", recordó Suárez. Ya habían transcurrido unos quince minutos y los maleantes decidieron marcharse. Pero antes de irse cortaron las líneas telefónicas. Después recogieron una de las llaves del estudio, cerraron la puerta de ingreso y descendieron con tranquilidad los cinco pisos por el ascensor sin que ninguno de los ocupantes de las oficinas y viviendas del edificio los hayan observado.

Cinco minutos después de que los maleantes se fueron llegó al bufé un cliente y se enteró del atraco. "Por suerte, no había nadie en el estudio", recordó el abogado. Y enseguida la noticia del asalto corrió como reguero de pólvora por los diez pisos del inmueble de Sarmiento al 1000.

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