 | miércoles, 04 de febrero de 2004 | La Municipalidad clausuró el boliche de Pichincha pero la pesadilla continúa Denunciaron a un bar por ruidos y les quemaron el frente de la casa Una pareja con dos hijos que vive al lado del local Vando's ya sufrió cuatro atentados. Quejas por la inacción policial "Realmente nunca pensé que podría llegar a vivir algo así", dice María Fernanda Franco y se apoya en la puerta de su casa que está totalmente gris, lo mismo que el hall de acceso y las ventanas. Las marcas quedaron después de que el frente de su vivienda fuera completamente incendiado, en uno de los cuatro atentados que la familia sufrió durante el mes pasado. El padecimiento comenzó el 10 de enero, luego de que denunciaran al bar Vando's (Brown 2998) por ruidos molestos.
Ese día, la Municipalidad clausuró el local. Y la familia de Franco pensó que se terminarían "meses de noches sin dormir". Pero, en verdad, los problemas recién estaban comenzando. Tanto que, en las semanas siguientes, padecieron tres atentados sucesivos en su vivienda, el último de los cuales terminó incendiando el frente. Y las cosas no terminaron ahí: hace dos fines de semana, aunque teóricamente contaban con custodia policial, dos menores tiraron pintura contra la casa que está pegada al bar.
El caso fue denunciado tanto en la comisaría 7ª de policía como en el Juzgado de Instrucción Nº9, a cargo de Carlos Carbone, pero en el barrio de Pichincha los vecinos no quieren hablar mucho del tema. Tienen miedo. "Son gente pesada", aseguran mirando al bar. "Pero qué podemos decir, mirá lo que les pasó a ellos", se resignan y cierran las puertas.
De acuerdo a los registros de la Dirección Municipal de Habilitación, el local de Brown 2998 fue habilitado el 7 de septiembre de 2000, bajo el rubro "bar con expendio de bebidas", tal cual reza el expediente Nº3.134 de esa fecha.
Pero los padecimientos de María Fernanda, su esposo Jorge Yacomino y sus dos hijos, una nena de 8 años y un varón de 4, comenzaron a fines del año pasado. "El local estuvo cerrado un tiempo y volvió a abrir en octubre o noviembre, al principio funcionaba sólo como bar pero después trajeron mesas de pool y una rockola. Estaban abiertos las 24 horas todos los días de la semana y el ruido que hacían era impresionante. Pasamos meses sin dormir ni una noche", contó el matrimonio.
Hasta que un día se cansaron. La madrugada del sábado 10 de enero Yacomino llamó a la Dirección Municipal de Inspección donde radicó una denuncia por ruidos molestos. Ese mismo día, dos inspectores de la repartición hicieron una medición acústica en su domicilio y constataron que los decibeles superaban en mucho los permitidos.
Así, sobre la mañana de ese sábado la Municipalidad clausuró el bar. Al día siguiente el negocio permaneció cerrado, pero el lunes volvieron a abrir. En el barrio todos pensaron que les habían levantado la clausura, pero en realidad los propietarios del local habían desobedecido la orden municipal. Y por esta razón el martes los inspectores municipales volvieron a clausurarlo.
"Ese día en el bar se pusieron como locos. Pasaban por el frente de nuestra casa, nos insultaban, le gritaban a mi esposo: «botón», «puto»", recordó Franco.
Una seguidilla de terror La situación comenzó a empeorar a partir del sábado siguiente. La madrugada de ese día, Franco se despertó sintiendo un olor extraño en el frente de su casa: habían cubierto el ingreso a la vivienda de nafta. El matrimonio hizo la denuncia en la comisaría 7ª.
La tarde siguiente uno de los dueños "nos siguió una cuadra y media hasta la cochera donde guardamos el auto amenazándonos", indicó el matrimonio. Y esa misma noche volvieron a atentar contra su vivienda. Esta vez el combustible utilizado habría sido gasoil, más una mecha que colocaron en la vereda pero que no llegó a encender.
El tercero de los atentados fue más certero. La madrugada del lunes 19 de enero el frente de la vivienda de Suipacha 15 bis quedó envuelto en llamas. Se quemaron la puerta y las ventanas. Reventaron los vidrios y las llamas llegaron incluso a ingresar a la casa. "Nos salvamos de casualidad, porque estaba todo cerrado y porque -por los episodios que ya habían vivido- habíamos cerrado todo, sacado las cortinas y teníamos un trapo mojado y baldes con agua al lado de la puerta", contó Franco.
Con este relato, el matrimonio volvió a la comisaría 7ª y a Tribunales. Entonces les asignaron una custodia policial esporádica que, en la práctica, sólo se tradujo en un patrullero de la comisaría 7ª que pasaba por la casa "dos o tres veces al día", según cuentan los vecinos.
Aún con esta protección, la madrugada del domingo 25 de enero, la familia volvió a sobresaltarse: el frente de su casa apareció regado de pintura celeste. En esa oportunidad la policía sí pudo encontrar a quienes pergeñaron el hecho, dos menores de edad que vivían en un pasillo cercano y que habían dejado la vereda regada de gotitas de pintura. enviar nota por e-mail | | Fotos | | El bar Vando's está en Brown 2998. | | |