Homenaje a Mahatma Gandhi

Hoy se cumplen 56 años de la trágica muerte de Mahatma Gandhi. Evocarlo en tan irreparable circunstancia, además de una obligación, es una necesidad impostergable. Había nacido en Porbandar, sobre el golfo de Omán, el 2 de octubre de 1869 y paradójicamente, pocos días antes del atentado que le costó la vida, llegó a decir: "En la India que viene no hay lugar para mí". En un mundo que hoy se debate entre la incertidumbre, las desigualdades y la crueldad, la vida y el legado de Gandhi adquieren dimensiones inestimables. ¿Cómo fue posible que aquel hombre, enjuto y frágil, lograra a través de una resistencia pasiva, inédita, devolver la dignidad a su pueblo que se debatía entre las voracidades colonialistas? Con los años cobró mayor fuerza que su movimiento, había despertado la conciencia de la humanidad. Aquél apóstol de la no violencia (Ahimsa) sostenía en una de sus cartas al Virrey: "Si usted me pide que suspenda mis actividades, me está pidiendo que suspenda mi vida. Si yo puedo popularizar la aplicación de la fuerza del espíritu, que no es más que la fuerza del amor, en lugar de la fuerza bruta, estoy seguro de que podré presentarle una India que puede desafiar a todo el mundo". Despréndese, de tal aseveración, la fuerza de su fe y de sus convicciones que acortarían el camino hacia la independencia de la India lograda el 15 de agosto de 1947. Vanos habían sido el ultraje, los embates físicos y espirituales y la cárcel que le imponían sus adversarios en una lucha marcadamente desigual. No pudo, pese a soportarlo todo; vencer las ancestrales e irreconocibles fragmentaciones religiosas entre musulmanes e hindúes que hasta hoy persisten.

Mario Torrisi