Editorial

La violencia sin fin

Los rosarinos asistimos en los últimos meses a un incremento de cotidianos hechos de extrema violencia que derivan en pérdidas de vidas humanas. El domingo último La Capital también dedicó su editorial a este tema, aunque vinculado con la ola de inseguridad que sufren los turistas en distintos puntos del país. Ahora es necesario destacar que los asaltos seguidos de asesinatos, crímenes sin motivos aparentes, enfrentamientos entre vecinos armados, arrebatos y ataques a automovilistas conforman un escenario que por su repetición ya provoca hartazgo y desazón en los vecinos de esta ciudad.

En las últimas 48 horas se produjeron dos asesinatos: el lunes, una anciana que vivía sola fue estrangulada para robarle y ayer mataron a una prostituta que gozó de custodia porque estaba amenazada de muerte. Si volvemos la mirada dos semanas atrás también se pueden hallar casos similares.

A este panorama se suman los atracos que sufre la gente a plena luz del día, los asaltos a comercios, el robo de vehículos y la sensación generalizada de que vivir cada día resulta más difícil en estas condiciones de inseguridad.

La ciudad, por ejemplo, ya tiene zonas "rojas" donde poca gente se arriesga a circular en automóvil y menos aún a pie. La gente se queja de que existen zonas que parecen liberadas por la inexistencia de la presencia policial. Y peor aún, muchos ciudadanos han señalado a comisarías barriales de prestar poca atención cuando se denuncia un delito.

El gobierno de la provincia debería mostrar inequívocamente su voluntad política de terminar con el delito y otorgar prioridad número uno al tema de la seguridad urbana. Tiene que dotar a la policía de los medios adecuados para combatir y prevenir el delito. Es habitual observar en las calles de Rosario autos policiales que dan pena por su estado de conservación y otros que ni siquiera tienen patente reglamentaria para circular por las calles. La policía es la primera que debe cumplir con la ley y así lo prometió la nueva jefa policial de la provincia. Debe tener los medios suficientes, pero estar al servicio de la comunidad y no para otra cosa.