| domingo, 25 de enero de 2004 | Interiores: Sueño garantizado Jorge Besso Japoneses y norteamericanos, entre otras cosas, exportan estupidez hacia cualquier rincón del mundo y para colmo es muy difícil en este planeta, o en esta galaxia, encontrar un rincón donde esconderse de ellos. Como se sabe son los dueños de la tecnología, pero ellos no saben que la tecnología se adueñó de ellos y con la misma velocidad con que van a habitar la luna, es posible que estén logrando la perfección técnica y la técnica de la perfección al convertirse ellos mismos en tecnos.
Cuatrocientos años después están en camino de resolver el dilema de Hamlet y en la pulseada entre Ser y no Ser va triunfando el no Ser, es decir no ser humanos, convertidos a la religión más perfecta que la religión misma y por tanto convertidos en seres técnicos, no por profesión ni hobby, sino por manera de ser: alcanzar el ideal de la ciencia de ser sujetos tecnos.
Es que en estos días tomamos conocimiento del experimento que faltaba: la máquina del sueño. Terminando el 2003 nos venimos a enterar que el gobierno de los EEUU autorizaba la continuación de las investigaciones de un artilugio para el placer femenino, y quizás también en un futuro para el masculino, llamado el orgasmatrón, cuya función consiste en implantar el orgasmo en las mujeres anorgásmicas, es decir sin orgasmos. O en aquellas con orgasmos parciales o infrecuentes, o en definitiva en cualquiera, mujer u hombre, ya que el placer top se podía desencadenar sin siquiera tener relaciones sexuales, pues bastaría accionar el control remoto para que un aparatejo implantado le hiciera perder el control a quien fuera el feliz poseedor de la felicidad mecánica y por lo tanto de la mecánica de la felicidad.
Los japoneses le acoplan ahora al experimento norteamericano, el juguete que faltaba: el Yumeni Kobo, capaz de garantizar dentro de ciertos límites, lo que vayas a soñar durante la noche. El juguete onírico resulta ser una combinación de la propia voz grabada del durmiente, con luces, aroma y música con el objetivo de poder dirigir la dirección del sueño. La información es bastante contradictoria con respecto a la eficacia del juguetito y también con relación al precio del mismo, que para algunas versiones es barato y para otras no, del mismo modo que algunos canales informativos lanzan el precio en euros y otros en dólares.
La cuestión no cambia demasiado ya que como se sabe son las dos monedas que bailan la danza y la pelea del poder y, por otra parte, ambas cuando nuestros ingresos son traducidos a sus idiomas, quedan simplificados a unos pocos números que muestran el nivel más bien magro de nuestro poder adquisitivo en el gran mundo. Eso en caso de haber ingresos, que no es el caso de la mayoría y no es el caso de muchos en los países del gran mundo, pleno también de grandes desmesuras, como la que se puede escuchar o leer, también en estos días, que nos dice que Bill Gates, el number one del money, acaba de gastarse 50 millones de dólares comprando todas las casas de sus vecinos. Fantástico. No más vecinos ya que los vecinos son él mismo. Supuestamente, no más paranoia, aunque si Bill me lo permite, como su apellido quiere decir puerta, va a tener que seguir gastando millones para aplacar el fantasma de que le entre alguien.
Pero ahora tiene una solución más barata: el Yumeni Kobo, que estaría por salir al mercado en mayo del corriente año, y que el supuesto precio para don Gates representará menos que una insignificancia. De esa forma podrá tener sueños placenteros en lugar de pesadillas plagadas de indeseables infiltrándose en su paraíso. Sin ningún problema podrá adquirir el orgasmatrón con lo que él y su mujer tendrán todo en orden, paz y placer garantizados: antes de dormir cada uno de los esposos grabará un mensaje donde dirá que soñará con el otro y así despertarán juntos al placer y de no ser así tendrán el orgasmatrón, cuyos respectivos controles estarán bien seguros en las respectivas mesitas de luz, en caso de que tengan mesitas de luz.
Por lo que parece eso es lo que quiere decir Yumeni Kobo: fábrica de sueños. Fabricar sueños es seguramente una suerte de omnipotencia top, el sueño máximo del poder que, con toda probabilidad, terminaría distribuyendo gratis los aparatejos, con algunas variantes diseñadas para el caso en época de elecciones, de forma tal de ir logrando una humanidad complaciente y complacida. En cierto sentido una humanidad de niños, ya que la maquinita de los sueños está siendo experimentada y será lanzada al mercado por un fabricante de juguetes, un gigante del rubro. Lo que no extraña para nada, ya que desde aquí todas las empresas japonesas son gigantes, como si fuera un país sin pymes.
No se trata de alarmarse ni mucho menos. Las mismas noticias dicen que por ahora el aparatejo no garantiza el sueño proyectado. Pero el sueño de fabricar una máquina que fabrique sueños garantizados no deja de ser un sueño interpretable. Por una parte es soñar con un imposible. Es decir, el sueño eterno e infantil de que no haya más imposibles, lo cual muy probablemente sea imposible. Por suerte, ya que en caso de lograrse de que efectivamente no existan más imposibles, lo que se habrá logrado es que no haya más sueños. Por otra parte, el sueño de fabricar una fábrica que fabrique sueños, da toda la impresión de ser un sueño perfectamente capitalista, muy coherente con la metamorfosis que se está produciendo, y en la que ya no somos más un mundo con mercado, sino que el mundo es un mercado y el mundo es el mercado. Los que están afuera del mercado, están afuera del mundo, y más temprano que tarde desaparecerán. Los que están adentro tendrán lo que quieran tener, y de no ser así tendrán la maquinita del sueño, mientras tanto todo en orden. El sueño garantizado es el sueño del poder que sueña con un mundo de uniformes. enviar nota por e-mail | | |