| domingo, 25 de enero de 2004 | Los peligrosos amores de los jóvenes afganos La sexualidad en Kabul sigue siendo tabú y es impensable imaginar a dos enamorados caminando de la mano Herve Bar Es su primera cita amorosa y con el corazón agitado, Safia, de 19 años, camina lentamente, con la mirada baja, al lado de un joven endomingado, al tiempo que con gesto tímido y elegante retiene su pañuelo negro cerca de su rostro.
Caminan por una calle de Microrayon, un barrio popular de Kabul, y aprovechando el gentío la mano de la adolescente roza el brazo del enamorado, al que apenas se atreve a mirar.
Safia sabe sin embargo que, en Afganistán, ser vista en público con un joven desconocido puede traerle graves problemas y que sin la autorización de sus padres, sus amoríos con Ahmad Jawad, un vecino al que ha encontrado en un comercio del barrio, podría convertirse en tragedia.
Liberada de los talibanes, Kabul sigue como paralizada e irremediablemente frustrada con respecto a todo lo que es sexualidad, que es tabú en esta sociedad profundamente conservadora, al punto que es inimaginable imaginar a dos enamorados caminando simplemente de la mano.
Así, la reciente difusión en la televisión pública, por primera vez en diez años, de imágenes más bien castas de una cantante afgana, ha suscitado una intensa polémica.
Los que transgreden los principios de la moral se exponen a graves peligros: una joven puede ser rechazada, e incluso muerta, por su familia "deshonrada", mientras que un hombre puede ser ejecutado por un hermano o por un padre ofendidos.
Con la primera que ven Pese a esto, sin embargo, los jóvenes no hacen otra cosa que soñar con el amor y con citas románticas. "Es muy difícil hallar una muchacha -suspira Ahmad-, por lo que nos enamoramos con frecuencia de la primera que vemos, de una prima o de una vecina entrevista detrás de una ventana".
Los espacios mixtos son raros. Los jóvenes se reúnen en las bodas, en la escuela, muy raramente en la calle. Con sus grandes jardines y sus miles de estudiantes, la Universidad de Kabul es un paraíso para los seductores, pues allí los estudiantes abordan con facilidad a las chicas y algunas muchachas audaces se pasean con la cabeza desnuda.
"Si una muchacha te mira y te sonríe, tienes luz verde", confiesan. Luego de algunas semanas de jugar este juego, el muchacho se pondrá a escribir para declarar su amor a la bella, tras lo cual puede venir una primera cita y la esperanza de un beso robado.
El problema es hallar un lugar para un poco de intimidad. "El que no tiene dónde ir no tiene ninguna posibilidad", resume Jabar, un playboy de 27 años y pelo engominado, quien tiene la suerte de trabajar en una tienda de fotos. "Mis amigas pretextan que necesitan fotos de identidad, entran en el estudio, al fondo de la tienda. No tengo sino que correr la cortina...".
Según la cultura afgana, una mujer que pierde la virginidad antes del matrimonio es inevitablemente rechazada como "prostituta" y no hallará nunca un hombre para casarse. Las prácticas sexuales se adaptan a este principio.
De este modo, a los 25 años, raros son los jóvenes que conocen el gusto de un beso y la inmensa mayoría de hombres ignoran todo sobre el sexo opuesto el día que se casan.
"La sociedad afgana es terriblemente represiva en cuanto al sexo y la cultura que domina ahora es el fundamentalismo religioso", observa la Asociación Revolucionaria de Mujeres Afganas (Rawa).
"¿Cómo hablar de libertad sexual si las mujeres no tienen simplemente libertad?", se interroga Rawa, que acusa: "Una mujer debe comenzar por satisfacer las necesidades sexuales del hombre y no tiene derecho a expresar, por su lado, el menor deseo".
Homosexualidad como consecuencia Perseguidos por la moral, el sexo y el deseo se encuentran en todo lado, sin embargo, y, a falta de otra cosa, la homosexualidad está bastante extendida entre los jóvenes afganos.
Los hombres también recurren a los amores clandestinos y con tarifa de las prostitutas, muy numerosas en Kabul. "Las menos caras se hallan en la calle y se las reconoce, bajo su burqa, por su postura, sus zapatos, sus joyas", dice un cliente ocasional: "Las otras usan el teléfono móvil".
El pago de sus servicios va desde 500 afganos (10 dólares) por una breve relación bajo una escalera sombría o en una trastienda, hasta 5.000 afganos (100 dólares) por una noche completa a domicilio o en una pensión donde el recepcionista sea permisivo. (AFP) enviar nota por e-mail | | Fotos | | La virginidad debe conservarse hasta el matrimonio. | | |