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 miércoles, 21 de enero de 2004

Tradición y modernidad condicionan a los chinos en la fiesta de Año Nuevo
Las creencias populares se imponen en la mayoría de las familias, pero la fecha es cada vez más turística

Tradición y modernidad van paralelas en la celebraciones del Año Nuevo lunar que se festeja esta noche en China: las creencias populares perduran, pero esta fiesta familiar es también una ocasión que muchos chinos aprovechan para consumir y hacer turismo. "Si me quedo 15 días en casa me aburro a muerte", dijo Sha Qingquan, de 24 años y asistente de redacción de un diario de Shanghai.

Con una prima de 1.200 dólares recibida en ocasión de estas fiestas, la joven cuenta trasladarse a Xian (norte) para pasar unos días con sus padres, pero después viajará a Lijiang, en las montañas de Yunnan (suroeste). "Me gustaría que mis padres vinieran conmigo, pero ellos prefieren quedarse, así que decidí viajar sola", agregó Sha.

Para la cena de fin de año, la gran mayoría de los chinos permanecerán en sus casas, pero en las grandes ciudades son cada vez más numerosos los que optan por cenar en restaurantes.

"¿Quién quiere todavía cansarse preparando la cena de fin de año y lavar después la vajilla?", comenta Tang Zhengyi, director del restaurante Lubolang de Shanghai, donde todas las mesas para esta noche, víspera de Año Nuevo, están reservadas desde hace seis meses.

La tiendas esperan también que los ciudadanos aprovechen la semana de vacaciones de fin de año para consumir. "No logro explicarme por qué, pero mis ganas de hacer compras aumentan a medida que se acerca Año Nuevo", reconoce Sha.

Pero los cambios aportados a China por la sociedad de consumo no impiden la persistencia de las tradiciones populares.

Los templos budistas y taoístas esperan una gran afluencia de público, hasta el punto que el Templo de la Nube Blanca de Pekín, los visitantes tendrán que pagar 10 yuanes (1,2 dólar) por frotar durante diez segundos un pequeño mono de piedra, que se considera aporta suerte. En el zodíaco chino el año que empieza es el del Mono.

Los templos venden asimismo horóscopos que predicen a los nativos de los doce signos del zodíaco chino lo que les espera durante este año del Mono. Para los nativos de este signo turbulento, la tradición aconseja que se use un cinturón rojo, lo que aleja las malas influencias. Cinturones de ese color se venden por todos lados.


Veda para los petardos
Los petardos, cuyo estallido aleja a los malos espíritus, según la tradición, están prohibidos en la mayoría de las grandes ciudades por consideraciones de seguridad. Pero la costumbre está tan anclada que los pequineses, cada vez más motorizados, no vacilan en trasladarse a la campaña para poder prender petardos.

Lu Shengzhong, especialista de artes y tradiciones populares, pidió en las páginas del semanario Sanlian Shenghuo que se anule esa prohibición. "Hacer estallar petardos encarna la aspiración a una vida mejor. Su ruido, su llamarada y su olor aportan un sentimiento de unión y de felicidad", sostuvo Lu, que lamenta que se pierdan ciertas tradiciones locales.

En el calendario chino, el más antiguo del mundo, un ciclo entero cuenta 60 años divididos en subciclos de 12 años cada uno. Cada uno de estos doce años corresponde a un signo zodiacal, representado por una especie animal. Se trata de la rata, el buey, el tigre, el conejo, la serpiente, el caballo, el cordero, el mono, el gallo, el perro, el cerdo y el dragón, el único animal imaginario de la lista. (AFP)

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Un ciclista acarrea una linterna de papel.

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