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 domingo, 18 de enero de 2004

En profundidad. El ex funcionario de la Cancillería analiza la política exterior del gobierno
Escudé: "Kirchner es un hombre talentoso"
El reconocido analista de política internacional valoró la reunión con Bush y relativizó los flirteos con Cuba

Daniel Leñini / La Capital

Excéntrico, autor de varios libros y con un dejo de acento muy british, Carlos Escudé es reconocido como uno de los mayores analistas internacionales que tiene la Argentina. Investigador, politólogo pero sobre todo hombre de hablar sin pelos en la lengua, Escudé se hizo más conocido por el gran público por exclamaciones televisivas desafiantes para explicar y apoyar, por ejemplo, la invasión norteamericana a Irak. "God save the Queen", gritó una vez; en otra, se puso a recitar Shakespeare de memoria. En inglés británico, obvio.

Sorprendió en esta charla con La Capital por la valoración del presidente Néstor Kirchner en el análisis de la reciente cumbre de Monterrey y el encuentro con George W. Bush. Justamente él que hizo tándem con el fallecido Guido Di Tella en la Cancillería en los 90 cuando se acuñó la frase "relaciones carnales" para definir el vínculo con Estados Unidos; época de "la diplomacia del osito".

Como tantos estudiosos argentinos (Tulio Halperín Donghi, Natalio Botana, Guido y Torcuato Di Tella, Roberto Cortés Conde, José Martínez de Hoz), Escudé paso por la prestigiosa sede británica de Oxford. Su obra más destacada es "Historia general de las relaciones exteriores de la Argentina" compuesta por 14 volúmenes y donde sobresalen capítulos dedicados a las actividades del nazismo en el país.

-¿Qué balance hace del encuentro Kirchner-Bush?

-Creo que ha sido muy positivo porque ha ayudado a develar muchas cosas. Está claro que el gobierno norteamericano está dispuesto a tolerar las políticas argentinas respecto de la deuda y también en relación con Cuba. Por consiguiente, hay que evaluar que el gobierno argentino ha calculado bien sus márgenes de maniobra. El resultado le agrega mucha estabilidad al orden político argentino y repercute positivamente. Debo reconocer que en estas circunstancias el gobierno supo tomar el toro por las astas y manejarse acertadamente.

-¿Pero cuál es el meridiano entonces? La posición en los 90 era claramente otra y también se la señalaba como lógica.

-Sí, pero en la década del 90 las circunstancias eran otras. Pongámoslo así: después del colapso producido en diciembre de 2001 ya es imposible que la Argentina reciba grandes flujos de capital extranjero. Puede recibir pequeñas inversiones de empresas ya instaladas para mantenerse competitivas. Pero nada más que eso. Grandes empresas del exterior con intenciones de establecerse y traer miles de millones de dólares es algo que no va a volver a suceder por décadas. Es desgraciado, pero un hecho consumado que no depende del gobierno actual. Entonces, cuando la Argentina lleva a cabo una política de desafío incurre en el riesgo de generar costos muy altos para el desarrollo futuro. Pero esos costos disminuyen y se reducen casi a cero cuando la perspectiva de recibir inversiones ha desaparecido. Brasil no se puede dar el lujo de decir: "Pagamos sólo el 25 por ciento a nuestros acreedores". ¿Y por qué, si es que es mucho más fuerte que Argentina? Precisamente por eso, porque es más sólido, porque no ha colapsado, porque puede seguir recibiendo flujos. Nosotros tenemos poco para perder. ¡En realidad, ya lo hemos perdido todo! (carcajada)

-¿Y en este escenario también desaparecen probables perjuicios por un voto favorable a Cuba?

-No se equivoque. No es un voto favorable; es un voto de abstención. Mire, estas son cosas menores en la política internacional. Después de la caída del Muro de Berlín Cuba es un tema menor; Fidel no representa una amenaza a la seguridad internacional. El único motivo que le da relieve a Cuba es el poder de lobby de los cubanos exiliados. Para la supervivencia del régimen de Castro la abstención argentina en Naciones Unidas es algo infinitamente menor a, por ejemplo, las cuantiosas inversiones turísticas de España. Después de más de una década de fracasos acumulados de la centroderecha, la Argentina tiene hoy un gobierno de centroizquierda. La lucha contra el terrorismo es el quid de la cuestión. Si la Argentina diera un paso en falso en ese plano podríamos tener dificultades grandes.

-Pero precisamente, desde hace meses se comenta aunque imprecisamente, la ponderación destacada que haría Washington del mérito argentino por el control de la Triple Frontera.

-Pero porque este gobierno se ha estado comportando de manera muy seria. En lo referente a la investigación del ataque a la Amia, por ejemplo, se han producido avances enormes; grandes pasos no vistos durante la administración de Menem, De la Rúa y Duhalde se están percibiendo claramente ahora. Escúcheme: Rubén Beraja está preso. Se me dirá que por cuestiones financieras. Sí, pero por cuestiones financieras indirectamente relacionadas con la obstrucción a la Justicia en la investigación de la Amia. Beraja era el presidente de la Daia, el principal vocero de la sociedad civil que clamaba al gobierno que investigue en serio, y al mismo tiempo un banquero que necesitaba los favores del Estado y que los recibía cuantiosamente. Había un claro conflicto de intereses entre su papel de banquero y de representante de la sociedad civil en demanda de Justicia. ¿Quién hubiera imaginado a Beraja preso un par de años atrás?

-No sabíamos de su sorpresa por Kirchner...

-Me sorprendió positivamente en Monterrey porque supo evaluar los márgenes de maniobra ampliados que tenía y obró en consecuencia. Y le salió bien, no hay dudas. Es mérito exclusivo suyo. Creo que le viene de una gran inteligencia natural que tiene y una gran intuición; no creo que sea formación. Imagínese la formación política de De la Rúa y dónde terminamos (se ríe). Sinceramente, creo que Kirchner es un hombre talentoso. Punto y aparte.

-¿Que sintió al ver a Saddam Hussein siendo despiojado por médicos norteamericanos?

-En la antigüedad el propósito de la guerra era capturar al jefe enemigo y meterlo dentro de una jaula. Las poblaciones civiles sufrían menos. Posteriormente surgió una forma más elitista de hacer la guerra: las élites se respetaban entre sí pero masacraban a sus pueblos. No siento pena por Saddam.

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"Fidel Castro no representa amenaza real para la seguridad internacional".

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