| domingo, 18 de enero de 2004 | Alimentos: Comer sin culpa Alimentarse correctamente es a la vez fácil y difícil. El hecho de que la globalización de las últimas décadas tiende a uniformar los hábitos alimentarios, va a menudo en contra de la alimentación ideal. Dejar espacio a la intuición a la hora de elegir los alimentos o el menú diario, permiten aumentar el placer por la comida y averiguar cuáles son las necesidades dietéticas.
u Comer cuando se siente necesidad: se suele comer por costumbre, siguiendo horarios establecidos. El resultado es que al no sentir casi nunca hambre, la sensibilidad hacia lo que conviene no puede manifestarse. Es importante saber diferenciar el tener hambre (sensación en el estómago, pecho o garganta) del seguir la rutina.
u Degustar conscientemente: conviene oler los alimentos que se van a comer, lo que implica un acercamiento sutil entre la comida y el organismo. Masticar y paladear sin apuro, siendo conscientes del sabor y sus matices. A menudo esto hace que se necesite menos cantidad de comida.
u Relativizar las costumbres: tanto en casa o como ante la carta de un restaurante, se siente el impulso de comer un solo plato (ensalada, pescado, postre) o repetirlo. Quizá ese primer deseo obedece a una buena intuición y no hay nada malo en seguirlo en contra de la costumbre.
u Respetar el deseo: si hay momentos del día en que se necesita comer dulce o salado, o picar entre horas no hay por qué reprimirse. Es preferible elegir fruta jugosa, frutos secos, yogur, galletas integrales, infusiones.
u Aceptar impulsos: los cambios físicos o psicológicos (ciclo menstrual, ejercicio físico especial, disgustos emocionales) pueden implicar repentinos e inhabituales deseos de ciertos alimentos. Después siempre se puede retomar la dieta habitual.
u Evitar los sentimientos de culpa: procurar liberarse del concepto de culpa o recompensa respecto a lo que se come. De niños los padres obligaban a comer y cuando se es mayor preocupa la línea, pero la relación con la comida debe ser fresca y espontánea.
u Valorar las sensaciones: después de comer determinado alimento (rico en proteínas, carbohidratos) conviene estar atento si aumenta la energía (física o mental), si mejora el humor o si se está más triste. De este modo es factible valorar aquellos que son más convenientes o que se toleran mejor. Es posible que esas sensaciones a veces varíen por lo que hay que fijarse en las que suelen mostrarse más estables. enviar nota por e-mail | | |