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 domingo, 18 de enero de 2004

Acoso moral: Amenaza solapada

El término mobbing deriva del verbo inglés to mob, que se refiere a la actividad de una manada de animales pequeños que se reúnen para hostigar a uno más grande. Por analogía, en medicina se traduce como hostigamiento, acoso psicológico, psicoterror, persecusión encubierta, intimidación en el trabajo, maltrato psicológico o violencia psíquica.

El boletín científico dedicado al tema, que acompañó la edición del diario Mundo Hospitalario (de la Asociación de Médicos Municipales de la Ciudad de Buenos Aires) brinda la siguiente definición: "El mobbing es una modalidad de acoso, laboral o no, que se produce sobre una o más personas, con fines intimidatorios, a través de una agresión sistemática, intermitente y sostenida en el tiempo, orientada a provocar la exclusión social o el abandono del puesto de trabajo y/o de las expectativas personales o profesionales".

Se trata de un proceso de destrucción ejecutado mediante una serie de actuaciones hostiles que, aisladamente, pueden parecer inocuas, pero cuya repetición constante tiene efectos malsanos. Se caracteriza por la continuidad, el ataque a la dignidad, la capacidad profesional, la vida privada, las cualidades físicas y morales del acosado; la finalidad de destruir, aislar, marginar y excluir a la víctima; y la manifiesta injusticia de la situación y de las conductas.

Dicho proceso tiene no sólo efectos en el nivel físico y psíquico, sino también en el orden de las relaciones familiares, sociales, laborales y en el ámbito económico. Se traducen en alteraciones cognitivas y de hiperreacción psíquica, síntomas psicosomáticos de estrés, desajuste del sistema nervioso autónomo y trastornos del sueño, así como crisis nerviosas, sindrome de fatiga crónica, cambios en la personalidad (obsesión, depresión, resignación), exclusión y rechazo de los compañeros, intentos de convencerlo para acatar la situación, incomprensión familiar, ruptura de las relaciones, abandono del cónyuge, aislamiento total en lo familiar y social, disminución de la calidad del trabajo por las continuas manipulaciones y acusaciones.

En el aspecto económico, las ausencias prolongadas llevan a la descalificación para aumentos salariales, lo que conduce al retiro voluntario, al despido, a la incapacidad laboral parcial o total, la dificultad para conseguir otro empleo y hacer frente a los compromisos económicos y los gastos de procesos legales.


Perfiles
Los perfiles psicológicos de victimarios y víctimas están estudiados y esbozados. El psiquiatra y catedrático español José Luis González de Rivera describe al acosador como "un mediocre inoperante activo". Y el psicólogo español Iñaki Piñuel lo califica como un individuo con una personalidad psicopática, con alteración del sentido moral y ausencia de culpabilidad, cobarde, mentiroso compulsivo con gran capacidad de improvisación, mediocre y con complejo de inferioridad, quien, además, para su cometido, necesita del secreto, la vergüenza de la víctima y los testigos mudos.

Al referirse al acosado, Piñuel habla de personas con elevada ética, honradez, rectitud y sentido de justicia; autónomas, independientes y con iniciativa; altamente capacitadas por su inteligencia y aptitudes; populares, líderes naturales o con carisma para liderar y con un alto sentido cooperativo y de trabajo en equipo.

Otros autores las clasifican como envidiables, vulnerables o amenazantes. En el primer caso, se trata de personas brillantes y atractivas, que se consideran peligrosas o competitivas y con las cuales el acosador se siente cuestionado por su sola presencia. En el segundo grupo, están aquellos con algún defecto o necesitados de afecto y aprobación y que son vistos como una "presa fácil" e inofensiva. En el tercer caso, están los activos, eficaces y trabajadores que pretenden imponer reformas o implantar una nueva cultura, lo que hace que el acosador se sienta cuestionado y en peligro de perder su liderazgo.

Los expertos aseguran que identificar una situación como mobbing suele ser el paso más difícil. Según los autores del citado trabajo, el abordaje del problema no resulta fácil por falta de un consenso claro, porque el acosado calla, el acosador no siente culpa y por lo tanto no cambia, el entorno se muestra indiferente, y no existe legislación adecuada para resolver la cuestión. Asimismo, mencionan que al desestimarse los perjuicios de períodos más breves de acoso y las intenciones perversas del acosador, el diagnóstico suele demorarse. Y aun cuando la víctima refiera el acoso, si el profesional desconoce la temática, el acosado no tiene quien lo asista en la solución del conflicto.

En opinión de los especialistas, es fundamental que el acosado reconozca el problema, denuncie el acoso psicológico, busque aliados, sea valiente y luche sin odio y sin violencia. Según las encuestas encaradas en Europa, las personas más expuestas son los trabajadores jóvenes, las mujeres, los discapacitados, los inmigrantes y los empleados de sectores de riesgos.

Tres países de la Unión Europea (Suecia, Francia y Bélgica) tienen legislaciones vigentes sobre esta problemática del acoso. En nuestro país, existe un proyecto de ley de la senadora Beatriz Raijer (sobre violencia laboral en la República Argentina) que de ser aprobado, paliaría en parte el problema.

Los autores del mencionado boletín consideran que las condiciones actuales de trabajo en el país constituyen el caldo de cultivo ideal para el mobbing. A los altos niveles de competencia, se suman los estilos autoritarios, la resolución vertical de las diferencias de opinión, el exceso de trabajo, la falta de autonomía, la monotonía y la incertidumbre.

Un test para detectar el acoso moral fue instrumentado en el ámbito de los equipos de salud de la ciudad de Buenos Aires en junio pasado. Se distribuyeron 150 cuestionarios y se devolvieron 142. Un 29,6% de ellos dio positivo. El sexo femenino (34%) y el personal no médico (41,5%) fue el mayoritariamente acosado.

Las estrategias más utilizadas fueron: desvalorización, minusvaloración, desaliento de la iniciativa, intimidación, deterioro de la imagen, exageración del error y uso de consignas cambiantes.

Si bien se trata de un primer sondeo de la situación en el ámbito médico, es un avance en el esclarecimiento de una problemática que sería saludable resolver en todos los sectores de la vida laboral.


Estrategias de acoso
El psiquiatra alemán (naturalizado sueco) Heinz Leymann, quien conceptualizó el mobbing a fines del siglo pasado, definió cinco tipos básicos de actividades de acoso con distintos efectos sobre las víctimas:

* Reducir las posibilidades de la víctima de comunicarse adecuadamente con otros, incluido el propio acosador. Incluye impedirle expresarse, interrumpirle al hablar, insultarla, criticarle sus trabajos y su vida privada, aterrorizarla con llamadas telefónicas y rechazar su contacto.

* Evitar que tenga la posibilidad de mantener contactos sociales: no hablarle, aislarla y negar su presencia física.

* Desacreditar o impedir que mantenga su reputación personal o laboral: calumniarla, ridiculizarla, atribuirle una enfermedad mental, atacar su vida privada o sus creencias políticas o religiosas, sus orígenes y nacionalidad, obligarla a hacer tareas humillantes; controlar su trabajo sin equitatividad o en forma malintencionada; cuestionar sus decisiones, injuriarla o acosarla sexualmente.

* Reducir la ocupación de la víctima y su "empleabilidad" mediante el descrédito profesional. Incluye no asignarle trabajo alguno o sobrecargarla con el mismo, darle tareas totalmente inútiles y/o absurdas, humillantes, inferiores a su capacidad o competencia profesional, o aquellas que exijan una experiencia superior a las competencias que posee, intentando desacreditarla.

* Afectar la salud física o psíquica de la víctima. Incluye obligarla a realizar trabajos peligrosos o nocivos para la salud; amenazarla o agredirla.

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