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 domingo, 18 de enero de 2004

Para beber
Trago para brindar

Gabriela Gasparini

He comentado con anterioridad algo sobre el ponche, pero en esta ocasión me referiré a uno en especial que se bebe fundamentalmente en ocasión de las fiestas de fin de año, y que debe ser una de las pocas tradiciones arraigadas en los países septentrionales que no hemos adoptado (hablo del ponche de huevo, vino, especias y azúcar).

Desde el siglo XVII fue una sana costumbre brindar con un vaso de esta mezcla a todo lo ancho de Europa, y con la colonización llegó a EEUU donde hoy es casi una bebida de culto cuando se avecina fin de año, claro que como era de esperar en el país del norte le introdujeron algunos cambios. Por ejemplo el vino fue sustituido por rum, al que solían llamar grog , y esto fue según algunos el origen de su nombre, de la deformación de egg and grog pasando por egg'n'grog se llegó al actual eggnog.

Para otros el nog viene de la palabra noggin, un pequeño jarro de madera donde se servían los tragos en las tabernas, lo cual no es descabellado: eggs bebidos en noggin, fácilmente puede terminar siendo eggnog. Sea cual fuera la verdadera raíz de su nombre de lo que no hay dudas es de que este ponche nació siendo una mezcla de españolísimo jerez con leche, que se convirtió en la bebida preferida para soportar los gélidos inviernos de la nueva colonia inglesa. No había demasiadas dudas a la hora de elegir, era una exquisita mezcla de alcohol y especias.

Para 1800, el eggnog era un trago infaltable en cualquier reunión social que se preciara de tal, y según un escritor inglés que llegó a Nueva Inglaterra de visita, una Navidad no era tal si faltaba el famoso ponche a la hora de los cheers. En Baltimore, por ejemplo, los jóvenes tenían la costumbre el día de Año Nuevo, de pasar a saludar casa por casa a sus amigos, cada salutación era bendecida con una moderada ingesta de eggnos, pero una moderación más otra moderación daba como resultado que al promediar las visitas los educados caballeritos estaban en un estado de ebriedad tal que finalizar la ronda se volvía toda una hazaña.

El primer presidente norteamericano, George Washington era un fan incondicional del trago, a tal punto que desarrolló su propia receta con whisky de centeno, rum y jerez, tan fuerte era esta mixtura que no había muchos que se animaran a probarla. Hasta aquí una versión de la historia, hay otra que sostiene que eggnog literalmente significa huevos en una pequeña taza, brebaje con el que se acostumbra a brindar por la salud.

Nog es un vocablo de un antiguo dialecto inglés que servía para describir una clase de cerveza muy fuerte, de hecho la versión alemana es en forma de sopa de cerveza. En sus comienzos este ponche era una bebida reservada a las clases altas, ya que en el Londres de 1600 difícilmente un ciudadano común viera muy seguido un vaso de leche. Las vacas pertenecían justamente a quienes además tenían los huevos y la posibilidad de mezclarlos agregándole vino de Madeira o Jerez.

En cambio, al llegar a América, el trago se hizo muy popular debido a que los ingredientes eran más accesibles y el rum proveniente del Caribe corría sin límites. Y si bien no llegó hasta nosotros, recorrió el espinel de distintos países latinoamericanos donde se utilizó para cada versión el alcohol típico del lugar. Así en Puerto Rico, donde es conocido con el nombre de Coquito se prepara con rum y con leche de coco.

En México lo llaman Rompope, y según dicen nació en el convento de Santa Clara, en Puebla, en este caso también se hace con rum o con algún alcohol hecho de grano y lleva una buena dosis de canela. En Perú se lo denomina Biblia y, por supuesto, lleva Pisco. Distintos nombres, distintos alcoholes, un mismo trago, y una misma intención de buenos augurios.

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