| sábado, 17 de enero de 2004 | En el mundo globalizado, la competencia no es entre productores sino entre sistemas de producción Las bases de un ecosistema de negocios La principal fortaleza de los cambios producidos en el sector agropecuario radica en el cambio de las perspectivas empresarial y estratégica Francisco Roldán Desde 1990 comienza a gestarse el embrión que dará lugar a los grandes cambios que actualmente transitamos en nuestra agricultura. Si bien todo cambio da lugar a etapas de transición más o menos marcadas o definidas, es necesario señalar que el sector agropecuario argentino se ha "apropiado" de una fórmula que muchos otros sectores económicos han desconocido o desdeñado: la que propone un exhaustivo análisis de las fortalezas y debilidades tanto empresarias como sectoriales para dar espacio a la individualización y posterior desarrollo de una oportunidad genuina.
Es necesario mencionar que la producción de soja, por ejemplo, ha venido expandiéndose sin prisa y sin pausa desde 1980 motorizando de esa manera la gran "ofensiva" de la agricultura altamente tecnologizada sobre cultivos menos rentables y una ganadería poco menos que eficiente.
A su vez, se ha venido verificando una suerte de especialización de las capacidades gerenciales y organizacionales del productor agropecuario, desplazamiento que aún muestra su perfil a través de los números preliminares exhibidos por el último Censo Nacional Agropecuario.
La intensificación en el uso de la tierra no hubiera sido posible sin la implementación de los nuevos paquetes tecnológicos y biotecnológicos.Pero estos cambios no pudieron operarse sin un contexto económico de estabilidad, claridad en las reglas de mercado y una utilización profesional y meditada de los recursos necesarios para producir. En esa potenciación de capacidades gerenciales de nuestro productor agropecuario, la globalización de la actividad y los mercados junto a un flujo estratégico de la información (agronómica y de mercado) han jugado un papel decisivo.
Las capacidades gerenciales Uno de los factores importantes que incidieron en la necesaria adaptación / desarrollo del productor agropecuario argentino, proviene de una relación más amplia de nuestra región con el contexto internacional y el intercambio de granos y subproductos en particular.
En ese contexto, nuestra producción sojera representa un 45% del volumen total de cereales y oleaginosas producido, lo cual preocupa debido a la fuerte tendencia al monocultivo. No obstante ello, el afianzamiento de la soja como cultivo de excelentes rentabilidades, potenció en el productor agropecuario una serie de necesidades relacionadas con el manejo y utilización de información tanto agronómica como de mercado.
Tomemos por caso la incorporación de nuevas técnicas de manejo de suelos e implantación como la siembra directa (SD) y la informática y la conectividad a internet por el otro.
En la consolidación de este esquema de sinergias, donde una capacidad profesional en aumento genera adopción de nuevas tecnologías y viceversa, podemos puntualizar que esta nueva modalidad de producción agrícola (basada en el conocimiento y en la profesionalización de la gestión) ha favorecido el desarrollo sostenido de la comercialización así como también el de estrategias para el manejo del riesgo agropecuario.
Otro punto importante en la caracterización de las ampliación de capacidades del productor agrícola, lo constituye la utilización de las herramientas para administrar el riego precio, a través de los mercados de futuros y opciones.
Igual que como acontece con los seguros de precio, los seguros climáticos tales como Granizo y Multirriesgo requieren de una especialización para evaluar la estrategia de cobertura más conveniente y su consiguiente nivel de exposición al riesgo. El volumen de primas del mercado ha tenido un buen desempeño de crecimiento, si tomamos como base la campaña agrícola 1992/ 1993. Así, según la Superintendecia de Seguros de la Nación (SSN), el crecimiento en términos nominales en el período comprendido entre 1992 y 2002 fue de 16% (tasa de incremento anual acumulado en pesos). En las tres regiones donde las primas experimentaron mayor crecimiento, se verificó el mayor crecimiento del área agrícola.
Producción y comercialización Es cierto que la especialización del productor agrícola no se ha dado de un momento para otro, sino que es el resultado de un proceso gradual de cambio y reconversión. En el sector agropecuario, el proceso de toma de decisiones está enraizado en la fuerza social de la cultura del hombre de campo.
Las representaciones culturales son aquellas que un grupo va elaborando acerca de lo que es la tarea específica que realiza (producir y comercializar granos o hacienda), cuáles son sus objetivos y los procedimientos que ha de emplear sobre una base de sentido común y en un contexto determinado. Esto opera como un marco interpretativo de la práctica, del entorno, y regula las relaciones con el contexto mismo y las relaciones con los otro.
La formación de la estrategia del productor agropecuario forma parte de un proceso de interacción social. Esa es una de las razones por las cuales los miembros del sector pueden describir sólo parcialmente las bases de su proceso cultural y el origen y explicación de sus diferentes actitudes.
Desde el punto de vista innovador, la estrategia o el proceso estratégico pasa por ser "perspectiva" antes que "posición".
La afirmación a la que podemos arribar a partir de estas consideraciones es la siguiente: en una economía globalizada, con una producción agropecuaria altamente dependiente de los mercados externos, no son los productos los que compiten, sino los sistemas de producción y los procesos de decisiones estratégicas que los sustentan. Estos procesos se apoyan frecuentemente en la utilización de herramientas tecnológicas que posibilitan una mejor administración de los recursos productivos y una sensible mejora de los accesos a la información de mercado.
Si bien el tema de Internet es posterior de otro importante round para el segmento (la adopción de la informática), su difusión en la empresa agropecuaria puede entenderse como una apuesta mayor, debido al nivel de aplicación que la herramienta requiere, y fundamentalmente, por la cantidad de ventajas y beneficios que la operación, en sí misma, es capaz de poner en juego.
Un alto porcentaje de productores entrevistados accede frecuentemente a un sitio particular de internet agropecuario en busca de información relacionada con las variables climáticas y la comercialización de productos (cosecha, hacienda o insumos). Esto permite tejer una serie de relaciones tales como:
* Los ítems de necesidades de información en el navegante, tipifican una matriz de nueva cultura en el hombre de campo.
* Muchos de ellos están realizando compras de insumos, hecho que nos muestra la cabal comprensión que poseen de los criterios de seguridad y encriptación de datos para la compra de insumos que viajan a través de la web.
* Se valora el criterio de información "up to the minute" (información al instante).
* La información solicitada y de pautada frecuente (newsletter semanal o mensual) da cuenta de una línea abierta entre el productor, los mercados y los proveedores o comercializadores de insumos/ cosechas.
* Las oportunidades comerciales, en el nuevo modelo cultural pueden pasar por varios espacios, muchos de ellos inesperados.
En el sector agropecuario, pocos dudan del valor que manifiesta Internet como herramienta de interacción y captura de información de mercado. Peroson muchas las voces que no adquieren el pleno convencimiento del papel que la herramienta podría estar llamada a desempeñar.
Gracias a la progresiva desregulación del mercado de las telecomunicaciones en Argentina, hoy disponemos de una infraestructura que ha beneficiado de manera directa a los diversos sectores económicos. Es posible advertir que son muchas las empresas del sector agropecuario que ya han comenzado a trabajar en la integración de sus estrategias (comerciales y comunicacionales) sobre el eje de Internet. Es decir que han tomado la decisión de trabajar y optimizar su capacidad instalada (capital humano, gestión administrativa y documental, automatización de procesos, entre otros) así como también su estructura tecnológica, para estrategizar (llamémosle así) una operatoria hasta ahora de carácter comercial.
El futuro Las claves en el incremento histórico de la producción granaria argentina se encuentra en la actitud de productores y miembros de la cadena agrocomercial (insumos y comercialización de cosechas) buscando en la innovación tecnológica la herramienta de crecimiento.
Tomando como referencia el Baseline Projections to 2012 de USDA (Febrero del 2003) se puede prever un fortalecimiento de la economía global a partir del año 2003, hecho que haría propicio el desarrollo de las siguientes situaciones.
En ese contexto, las figuras de países como Argentina, Brasil y los países de Europa del este (con puertos cerealeros en el Mar Negro) adquieren relevancia comercial creciente, así como también el reacomodamiento de bloques comerciales tales como el Mercosur, Nafta o la Unión Europea entre otros. En el mencionado informe del Usda se consigna un avance de la producción Argentina sobre la base del desarrollo del complejo sojero, maíz y trigo. Esta combinatoria permitiría alcanzar una producción de cerca de 90 millones de toneladas de granos que se reflejaría de manera inmediata en un aumento en los saldos exportables (70 millones de toneladas).
No obstante ello, el escenario abre un interrogante importante en relación a múltiples factores que entran en juego, sobre todo al incorporar un panorama que supera en casi 10 millones de toneladas a la proyección del Usda. Un aumento de 30 millones de toneladas respecto de las 70 millones actuales representa un 43% sobre la producción granaria hecho que repercutirá de manera inmediata en los balances globales de oferta y demanda.
La pregunta que nos permitiría operar un escenario tentativo es la siguiente: ¿podrían absorber los mercados internacionales los aumentos de exportaciones de Argentina, producto del mencionado aumento en la producción?.
Si tomáramos en cuenta un horizonte productivo de granos en franca expansión, deberíamos trabajar sobre la hipótesis de un aumento ordenado, disciplinado.
Este escenario probablemente ponga en juego una mayor variedad de materiales genéticamente modificados, hecho que aportaría facilidad de manejo por parte del productor, mayor resistencia a enfermedades y mayores contenidos proteicos. Según este análisis, Argentina se acentuaría como un productor de bajo costo y sus exportaciones mostrarían participaciones significativamente más altas que las manejadas por Usda o FAO. Las mismas estarían en situación de provocar una fuerte presión bajista en los mercados de commodities. Para evitar dicho "colapso" bajista, debemos rebalancear nuestros grupos de productos y dirigirlos bajo un profundo sentido estratégico y comercial.
El otro punto pasa por revalidar la actividad ganadera, posicionada fuertemente hacia los mercados externos bajo un profundo sentido de complementación con la agricultura.
Una alternativa importante de complementación orientada al crecimiento, pasa por el mayor consumo de granos forrajeros complementados con harina de soja, tal como lo ha ensayado de manera exitosa la ganadería de Brasil.
Frente a la necesidad de complementación de las actividades agrícolas y ganaderas, las ventajas superan ampliamente a las supuestas debilidades emergentes, si bien es cierto que para operar el reordenamiento y complementación que estamos proponiendo debemos contar con condiciones económicas y macro económicas estables, claras y de neto sesgo progresista.
En este marco, es necesario instalar los conceptos de redes formales y ecosistemas (espacios complementarios, sustentables e interconectados entre oferta y demanda de bienes y servicios agropecuarios) como herramientas para optimizar recursos y eficientizar roles en la cadena de comercialización.
Para desarrollar una estrategia de comercialización flexible, amplia y abarcativa, debemos primero comprender qué pasa en nuestro entorno y cómo juegan los posibles escenarios y sus niveles de factibilidad.
La globalización del sector agropecuario ha generado un particular ecosistema, constituido por sistemas que interactúan entre si de una manera recíproca y complementaria.
En estos últimos tiempos, el foco de análisis en términos estratégicos ha venido desplazándose progresivamente de una empresa única a una familia de empresas, para finalmente arribar a lo que conocemos como empresa extendida. La Nueva Empresa agropecuaria (EA) es aquella que comprende el nuevo juego de desplazamientos, alianzas y convivencia, en tanto nueva racionalidad. Esta plataforma conceptual toma a las EA y a las empresas de la cadena de comercialización como una fuente de conocimiento y capacidades que obliga a instalar una red aún más compleja y amplia. El concepto central es el conocimiento colectivo disponible para todo el sistema.
Hay, en este sentido, actitudes básicas para el fortalecimiento de un ecosistema que atienda a la focalización en la EA, a saber:
* Alentar el diálogo permanente y activo: el diálogo tradicional, el intercambio de propuestas y necesidades debe evolucionar o morirá.
* Contemplar la diversidad de la nueva empresa agropecuaria y clientes en general: de modo que la empresa pueda desarrollar la experiencia comercial o de intercambio de capacidades y conocimientos de manera única y hasta cierto punto personalizada.
Por lo tanto, las fuerzas clave -globalización, ecosistemas/ redes, acceso a información de mercado y reordenamiento de la función estatal- son como verdaderas entidades de mercado que ponen en juego la consolidación de las capacidades gerenciales y administrativas de los NP (nuevos productores) marcándoles el tránsito hacia las EA del futuro.
En este punto, el acceso a la información a través de internet y nuevas tecnologías no aparece como un dato más: es una de las herramientas de cambio más importantes que el sector haya experimentado en los últimos 10 años. Hasta el momento hemos visto iniciativas basadas en la satisfacción de necesidades de información en segmentos o porciones de red en particular. Pero sin lugar a dudas la integración de los sistemas de información de cada porción o segmento, tendientes a facilitar la toma de decisiones a lo largo y a lo ancho de la cadena productiva y comercial (costos, valor agregado, criterios de eficiencia) sin desatender las necesidades reales y diferenciadas del mercado (las EA), garantizando el correcto funcionamiento de la cadena comercial y haciendo posible una mejor administración de los riesgos (económico, financiero, social, ambiental, cultural y/o político) del ecosistema como de cada EA, es una de las tareas que creemos necesarias para encarar escenarios futuros en los que contemplamos un aumento considerable de la producción agropecuaria.
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