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 sábado, 10 de enero de 2004

La guerra y la paz

Con este título tomado del magnífico ensayo del gran escritor alemán Hermann Hesse, trataré de mostrar los aspectos psicosociales de la implementación de guerras en las distintas épocas. Por cierto que una de las razones fundamentales nace del narcisismo individual, grupal y nacional, que nos hace ver a los "otros" como seres inferiores o más débiles, a quienes es posible dominar mediante la fuerza de las armas o el poderío económico, y de allí en más, conformar territorios más extensos, tomando las riquezas de los países en inferioridad de condiciones. Escapan a esta disquisición las guerras independentistas, donde el objetivo es recuperar territorios y riquezas. El mundo asiste azorado a la posibilidad de pequeñas guerras o de una gran guerra de alcances imprevisibles, con resultados que no se reducirán a la muerte en los campos de batalla sino a todo el ecosistema planetario, dada la potencia destructiva de las armas creadas por el ser humano. Un enorme crecimiento tecnológico que no marchó acompañado por un crecimiento de la condición humana. Hitler desvirtuó al superhombre nietzscheano y pensó que ese superhombre era la esencia de la raza aria a la que pertenecía (ignorando que la única raza que existe es la humana) y trató de eliminar a alemanes minusválidos, judíos, eslavos, gitanos, etcétera. Stalin desvirtuó a un filósofo humanista como Marx y buscó a expensas de una gran producción, derrotar al capitalismo privado mediante el capitalismo estatal, suprimiendo lo más importante de su filosofía, que decía que "el hombre era un fin en sí mismo" y que la libertad es el bien común más preciado de la naturaleza humana. Ahora, George W. Bush quiere imponer el llamado "sueño americano" a todos los pueblos del mundo y conformar el imperio más grande de la historia. Los nombrados fueron respaldados por el corporativismo que los sustentó en el poder (económico, militar, sindical, confesional). La ausencia de guerras (militares o económicas) no significa obligadamente la existencia de paz, cuyo significado es siempre una relación armónica del hombre consigo mismo, con los otros (iguales o diferentes) y con el ambiente natural que nos cobija a todos por igual.

Efrain Hutt

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