| sábado, 10 de enero de 2004 | Noticias del clima Tras un diciembre "frío" se viene un enero caliente n general la variable meteorológica que más se sigue en el ámbito de la actividad agrícola es la precipitación. Sin embargo, otras variables afectan el rendimiento de los cultivos y los valores de producción finalmente alcanzados.
En particular el impacto de la lluvia sobre el sistema suelo - cultivo es el más fácil de evaluar y su escasez o abundancia tiene un rápido reflejo en el ambiente agrícola. Su participación como "entrada" en el balance hídrico del sistema suelo - cultivo suele ser la más importante a la hora de configurar, a través de un mapa de reservas de humedad, el estado general de las zonas productivas.
La "falla" en la provisión natural de agua, como la que se produjo en la primavera mediterránea, generó un atraso considerable en la siembra de maíz y muchos productores se inclinaron hacia la soja. En la actualidad unas 250 mil ha de la zona productora de Chaco y Santiago del Estero están a la espera de lluvias para implantar soja de segunda sobre girasol.
Queda claro que las anomalías en las precipitaciones obligan a los productores a agilizar sus estrategias. En este sentido, la gran tecnología desarrollada durante los últimos años en maíz y soja permiten flexibilizar los tiempos de siembra. En la mayoría de los casos el corrimiento de las fechas no necesariamente coincide con las óptimas, sino con la posibilidad de llevar adelante una campaña que en otro contexto tecnológico sería difícil de viabilizar.
La temperatura tiene su pico de atención en la época bisagra de cambio estacional: de invierno a primavera o verano para otoño. Dentro de estos períodos suelen ocurrir las llamadas heladas tardías y heladas tempranas. En el primer caso el cultivo de mayor riesgo es el trigo, mientras que la soja se muestra vulnerable a las irrupciones de aire frío de marzo.
Las altas temperaturas registradas en los primeros días de enero, con elevada sensación térmica, ponen esta variable atmosférica en boca de todos. Como contraste, es interesante detenernos en el comportamiento de las temperaturas máximas de diciembre pasado. El mapa representa los apartamientos de la temperatura máxima media de diciembre de 2003 respecto de los valores esperados para ese mes.
En amplios sectores las temperaturas máximas de diciembre resultaron, en promedio, más de 4ºC por debajo de de los valores normales. Estas zonas anormalmente frescas fueron: Corrientes, norte de Entre Ríos y nordeste de Santa Fe, por un lado, y el centro de Buenos Aires y la cuenca del Salado, hasta su desembocadura. Toda la región pampeana y el NEA registraron máximas bajas. Las únicas máximas superiores a las normales se concentran al norte de San Juan, La Rioja, Catamarca y oeste de Salta.
Los principales núcleos sojeros quedaron comprendidos dentro de la "zona fría", con un potencial menor desarrollo de las plantas. Si bien para enero se espera un comportamiento térmico más cercano al normal, no deben descartarse las irrupciones de aire frío. Estas entradas de aire afectarían el incipiente desarrollo de las zonas sojeras marginales del centro sur de Buenos Aires. Una tercera variable que cobra importancia es el viento. Cuando la planta adquiere desarrollo, vientos intensos generan problemas mermas de rindes.
Los principales núcleos sojeros quedaron comprendidos dentro de la "zona fría", con un potencial menor desarrollo de las plantas. Si bien para enero se espera un comportamiento térmico más cercano al normal, no deben descartarse las irrupciones de aire frío. Estas entradas de aire afectarían el incipiente desarrollo de las zonas sojeras marginales del centro sur de Buenos Aires. Una tercera variable que cobra importancia es el viento. Cuando la planta adquiere desarrollo, vientos intensos generan problemas mermas de rindes.
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