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 sábado, 13 de diciembre de 2003

Charlas en el Café del Bajo

-¿Qué son las personas, Inocencio?

-¡Qué pregunta Candi! Las personas son eso, personas, seres humanos.

-Pero las personas son también regalos.

-¿Regalos?

-Sí, alguien me envió un lindo escrito que se titula "las personas son regalos". ¿Quiere que se lo lea?

-Adelante.

-Dice así: "Las personas son regalos que la vida me ha dado. Vienen envueltas algunas en forma muy bella y otras de una manera menos atractiva. Algunos han sido maltratados en el correo; otros llegan como "entrega especial". Algunos llegan envueltos, otros cerrados con gran rigidez. Pero la envoltura no es el regalo y es importante darse cuenta de esto. Es muy fácil equivocarse en este sentido, juzgando el contenido por el estuche. A veces el regalo se abre con facilidad, otras se necesita la ayuda de otras personas. Tal vez es porque tiene miedo, pues quizá ha sido herido antes y no quieren ser lastimado de nuevo. Puede ser que alguna vez se abrieron y luego se descartaron. Quizá ahora estos regalos se sienten más bien como "cosas" que como seres humanos. Yo soy una persona, como todas las demás personas también soy un regalo. Poseo una bondad que es sólo mía. Y sin embargo, algunas veces tengo miedo de mirar dentro de mi envoltura. Tal vez temo decepcionarme, quizá no confío en el que llevo dentro. Pudiera ser que en realidad nunca he aceptado el regalo que soy. Cada encuentro y comunicación entre personas es un intercambio de regalos. Mi regalo soy yo, tú eres tu regalo. Somos obsequios de Dios unos para otros. Es difícil pensar en ocasiones que aquel que me ha lastimado es también un regalo de Dios, pero si vemos la ofensa como una envoltura maltratada y no nos quedamos con ella, seguramente encontraremos un hermoso regalo, pues de cada suceso Dios nos tiene una enseñanza para crecer en su amor, en nuestra fe. Nosotros mismos podemos tener una envoltura tan maltratada por el tiempo o las circunstancias, pero lo que llevamos dentro siempre será hermoso, pues quien lo puso ahí es nuestro Creador, solo tendríamos que ver hacia adentro. Descubre en tu interior sé el digno regalo para los que te necesitamos". ¿Qué le pareció?

-Hermoso y muy cierto. A menudo no valoramos el contenido de la gente y el de nosotros mismos y nos dejamos engañar por la envoltura. Si tuviéramos la sabiduría de ver más allá del estuche, como dice la persona que envió la carta, estaríamos inmiscuidos en el trabajo de un mundo mejor.

-Claro, porque muchos de los problemas en la vida nacen de la no valoración de las personas. En esto, debemos ser sinceros, todos nos equivocamos. Con frecuencia permitimos que nuestras emociones negativas nos dobleguen y maltratamos no sólo a los demás, sino a nosotros mismos sin tener en cuenta que en realidad somos regalos preciosos. Preciosos no obstante no estar bien presentados.

-¿Y qué es o que arruina esa presentación y no deja ver la verdadera esencia, el contenido del estuche?

-Muchas cosas: el sufrimiento que deviene de muchas circunstancias, la ira, el rencor, los miedos, el egoísmo, es decir, Inocencio, la falta de la aplicación de ese principio sublime pero que está en cierta manera devaluado: el amor.

-¡Ah, el amor! Es que a veces confundimos o no tenemos cabal conocimiento de lo que es el amor. Le voy a regalar, hablando de regalos, una frase sobre lo que es amor. Pertenece a Saint Exupery: "Amor no es mirarse el uno al otro, sino mirar los dos en la misma dirección" y esto es muy cierto, porque cuando uno cruza las miradas pierde la noción del destino y la trascendencia y entonces el amor se fatiga por un esfuerzo inútil y se marchita. Candi...¿El amor se marchita?

-Otro día le digo lo que pienso, sin embargo le adelanto una opinión, en este caso de Balzac, el genial escritor francés: "El amor no es sólo un sentimiento, también es un arte".

Candi II

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