Cartas de lectores
 
Año CXXXVII Nº 48236
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
El Mundo
Escenario
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Campo
Educación


suplementos
ediciones anteriores
Salud 10/12
Autos 10/12
Turismo 07/12
Mujer 07/12
Economía 07/12
Señales 07/12


contacto

servicios

Institucional

 sábado, 13 de diciembre de 2003

Increíble pero real

El 16 de mayo pasado a la noche mi hijo se sintió mal; fue internado en el Sanatorio Americano por la mutual de la facultad donde ejercía. Me avisaron y me fui a verlo enseguida. Estaba en unidad coronaria. La novia también estaba en el lugar. Estaba bastante decaído. Creo que le había bajado la presión, nadie nos dijo qué tenía. Al día siguiente me avisaron que estaba en la habitación, fui un poco más tranquila, seguía en cama y caído. Creo que le habían puesto suero. Estuvo todo el día y ningún médico fue a verlo. De noche se quedaba a cuidarlo su novia y de día yo. Era domingo y fui temprano, al rato se levantó, ya se lo veía mejor. Pero ningún médico fue a verlo en todo el día. No sé como pasaba las noches, supe que le habían hecho electrocardiogramas, pero nadie me informó de nada, no conocí a los médicos. El lunes fui como siempre. A la tarde había dos señoritas que creo eran médicas y le dieron de alta y unos papeles para que se haga análisis, estudios, etcétera. ¿Por qué no se los hicieron en el sanatorio? No sabían qué tenía y lo enviaron lo mismo a su casa bajo la lluvia y el frío. Me arrepiento de no haber reaccionado y evitar así semejante atrocidad. Estaba como atontada. Un amigo lo llevó a su departamento, con dos pisos de escalera. Yo le había preguntado a esas doctoras si podía hacerlo y no me contestaron. Nos despedimos, yo me tomé un taxi y me dijo "tené cuidado mamá". Esa noche tuvieron que llamar a Ecco dos veces, la novia estaba con él. No sé qué le encontraron. Ya era martes 20 de mayo. Me comentaron que se levantó para preparar algunos trabajos de la facultad e hizo algunas llamadas telefónicas. Alrededor de las 11.20 lo llamé y me dijo que se iba a acostar porque estaba cansado. Ya a las 12, se quedó dormido para siempre. Mi hijo adorado era David Leiva. Por favor, juzguen, opinen.

Norma L. de Leiva



enviar nota por e-mail

contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados